miércoles, 10 de junio de 2020

PATRIA, POR TONI FEJZULA

Este no es un cómic de lectura sencilla, ni por la temática -el Terrorismo de E.T.A. y las consecuencias sociales del nacionalismo vasco-, ni por su estructura: Momentos de la vida de una decena de protagonistas, con continuos saltos en el tiempo y de personaje.


No obstante, al final de las 300 páginas en las que se ha adaptado la MAGISTRAL novela de Fernando Aramburu uno tiene una idea muy clara de lo que ha leído, aún no habiendo tenido claro en la primera lectura a cual de las dos familias enfrentadas -la de un asesinado y la del terrorista que apretó el gatillo- pertenece tal o cual personaje o viñeta.


Por que, además del minucioso recorrido vital de sus protagonistas, la obra representa un momento del tiempo -uno que, de tan exagerado, parece ahora fruto de una lejana ficción, pero ha sido y es muy real-, y las estampas, los diálogos, los encuentros y desencuentros cobran vida por si solos, y se vuelven universales reflejos de una TERRORÍFICA situación que duró cincuenta años en esos territorios, y que por desgracia se reproduce y sin duda persevera -en buena parte, salvo las pistolas-, actualmente en otros de nuestra propia geografía.


El hermano abertzale que quiere seducir al hermano menor, el dueño de la herrico taberna, el siniestro enlace sindical, el cura que impulsa a los jóvenes a comprometerse con la causa, el vecino que deja de saludar por el qué dirán...

Personajes cotidianos que existen y persisten, resultan infinitamente más TERRORÍFICOS que el pobre ingenuo que cree que lanzando cócteles, quemando autobuses o apretando el gatillo está luchando por implantar el socialismo y la independencia.


No es necesario desentrañar más el argumento, dejamos que cada lector recomponga este siniestro rompecabezas y compruebe indeleblemente en sus carnes como el odio al que piensa diferente y la sinrazón destruyen a dos familias y con ellas, paralelamente, A TODA UNA SOCIEDAD.



Solo queda alabar el trabajo de Fejzula, infinitamente más valioso tratándose de alguien con orígenes extranjeros y que no ha vivido directamente la mayor parte de este conflicto, aunque seguro tiene bien frescos los de su original Yugoeslavia y los de la actual Barcelona en la que reside y trabaja.

Un cómic que debería ser de lectura obligatoria en todas los Institutos, aunque siempre habrá quien no lo quiera entender, y no por su narrativa.

La RECONCILIACIÓN es posible, pero solo con JUSTICIA y PERSEVERANCIA.

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