Más de una vez en alguna conversación, indicando lo idóneo o no de un guionista para una serie, he acabado concluyendo: "No lo pondrías ahí igual que no pondrías a Woody Allen...", implicando que, además de calidad, un creador debe tener una cierta inclinación hacia el tono o los personajes de una serie.
¡Bueno, pues ha resultado que al final Woody Allen, como excelente guionista que es, podría hacer un hilarante Spider-Man sin mucho esfuerzo!
Su "Peter Parker" no se sube por las paredes: es un estudiante universitario de Humanidades, de clase alta y que piensa pasar un romántico fin de semana con su novia -"Gwen Stacy"- enseñándole los rincones favoritos de New York.
La chica, que escribe para el periódico de la universidad, tiene una entrevista con un famoso director de cine, pero en cuanto termine con eso, es toda suya.
Lo malo es que, bueno, la entrevista se complica, y la rubia inicia un surrealista periplo por los "bajos fondos cinematográficos" que Allen retrata sin piedad alguna, haciendo mofa y befa de quienes se dedican a su profesión, directores, guionistas, actores, todos carne de psiquiatra y/o alcohólicos.
Esto le da a nuestro "Peter" la ocasión de deambular en solitario por la ciudad que guionista y personaje -su trasunto veinteañero- aman, topándose con antiguos compañeros, familia y con la hermana de una ex-novia que bien podría ser nuestra "Mary Jane Watson", el personaje que interpreta Selena Gómez.
¿Le "tocará el gordo" también al protagonista...?
Las personalidades y circunstancias que magistralmente hilvana el director en esa ciudad que conoce como la palma de su mano van a llevar al chico a replantearse un montón de cosas, iniciándose una búsqueda de si mismo que concluirá con una ENORME REVELACIÓN por parte de su madre, representante de la riqueza más culta pero vacua, otro extremo de los que busca escapar un quizás demasido maduro jovenzuelo.
Frente a la cultura del "postureo", la superficialidad, la pretendida "profundidad" de muchas películas y obras de arte, Woody Allen escoge y se refugia en los pequeños momentos de la vida: los paseos en compañía en días lluviosos o la música melancólica de un piano-bar.
Y frente a los desengaños amorosos y las parejas por compromiso, sigue postulando el amor romántico ideal que aún nos espera ahí fuera.
Esta parte, con la edad que tenemos, no nos la acabamos ya de creer.
Pero como todo lo demás, es bonito de disfrutar en la sala de cine y soñar con el sobre historias con final feliz durante dos horas.
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