Se trata de un monólogo del protagonista que la autora a penas divide simplemente en viñetas, existiendo contados diálogos entre el Troll y su presa.
En una historia sobre el paso del tiempo y los cambios entre la infancia, adolescencia y madurez, Gaiman triunfa como siempre al colocar esas muy realistas referencias que todos compartimos en el marco de un encuentro sobrenatural.
Aquí sus trolls, aguardando bajo puentes, se alimentan de las vidas de sus víctimas, y en este relato, lleno de insinuaciones crípticas que no se llegan a concretar, brilla quizás la descripción de esta criatura sobrenatural de tal manera que podemos empatizar con ella.
Por los resquicios de una realidad muy real se nos cuela la Fantasía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario