Pero si alguna vez quedamos atrapados, como los protagonistas de esta comedia romántica en alguno, esperamos que el destino también nos depare encontrarnos con algún viejo conocido o amante con el que departir hasta que pase la tormenta.
Eso es lo que les ocurre a los protagonistas, antiguos amantes de la universidad que ahora se reencuentran como maduritos y habiendo tenido vidas completamente diferentes -el, profesional, ejecutivo, casado, con hija adolescente; ella soltera, flipada de la espiritualidad y las doctrinas y medicinas alternativas- pasarán de evitarse en el encuentro "fortuito" a compartir sus vidas, recordar tiempos pasado y...acercar posturas.
Yo, que tenía muchas ganas de reírme, quede admirado por la escritura de los diálogos y lo bien construido de los personajes, pero mejor avisar que esta es una comedia de "sonrisas" y no de carcajadas.
No falta también una mordaz crítica de esos espacios de embarque en los aeropuertos que son la cosa más incómoda e deshumanizada que se pueda concebir, como sabemos hasta los que solo hemos pasado con prisa arrastrando maleta por ellos.
Pero en esa Tierra de Nadie, y al ritmo de una irónica voz de los altavoces de información, el destino se sale durante un día entero con la suya.
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