lunes, 10 de abril de 2023

MITOS NÓRDICOS VOL. 2: LOS MITOS QUE ALAN MOORE EMULÓ

Confieso que el que Gaiman popularice de esta manera, con su libro y ahora esta adaptación que dirige Russell, los Mitos Nórdicos me hace sentir menos especial. 

Por que antes de ella tenías que conseguirte el volumen de Miraguano de las Eddas y leerte el trabajo de Snorri Sturluson, descubriendo ese mundo extraño y terrible de la Islandia medieval, pasado por las fuentes clásicas que el poeta manejaba.
     

No exime el cómic de dejar de leerlas, sobre todo la parte en verso tiene una sonoridad y estructura que se pierde en esta versión. 

En este segundo volumen, descubrimos que, si eran las Musas las que inspiraban a los aedos griegos, los poetas escáldicos gozan de su don por haber bebido el hidromiel de la poesía, cuyos orígenes no son un punto menos profundos que las del Helicón.
   

Destacamos entre los artistas el trabajo del español Hernández Walta, que se vuelve más fascinante cuando se mueve en coordenadas de fantasía o terror.  Magnífica ambientación histórica y cultural.

Su relato es el del robo de las manzanas de Idunn, que no causan menos problemas que la que Erys legase a Paris.
    

Pero el relato que mejores memorias me trae y que quizás es más simple aventura que mito es el viaje de Loki y Thor al reino de los Gigantes y las pruebas a las que allí los someten. 

Se debe a que Alan Moore lo tomó como modelo de una de las historias de Supreme, en concreto protagonizada por Suprema y el pastiche de la Legión de Superhéroes. 

Y es que usar mitos como estructura narrativa asegura el éxito -de significado, que no comercial- y es algo que yo he intentado remedar en mis últimos cómics, me temo que sin haber bebido suficiente hidromiel.

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