lunes, 17 de abril de 2023

RENFIELD & THE LAST VOYAGE OF THE DEMETER: EL SIMBOLISMO DE DRÁCULA Y SU CONEXIÓN CON TOLKIEN

Cuando anunciaron la película de Renfield me invadió el terror y la desesperación. 

 El personaje es totalmente crucial y simbólico -como el resto de la novela- en la historia de Bran Stoker, que recomendamos una vez más leer a cualquiera interesado por conocer al verdadero Drácula.
Es a través de su locura como se abre la puerta a que Drácula penetre en el manicomio, y por lo tanto en el alma de Mina.

Temíamos que se tratase de una adaptación desde su punto de vista, según la MANÍA actual de tomar personajes principales de grandes historias -villanos, secundarios...- y convertirlos a ellos en franquicias. 
Afortundamente, estábamos equivocados y se trata de una comedia de acción situada en tiempos presentes. No la hemos visto aún pero parece divertidísima. ¡Para los que se quejan de tener jefes tóxicos! 

 La otra película que lo traerá en breve de regreso a la pantalla si que retrata un crucial episodio de la novela: el trayecto en barco desde Europa hasta Inglaterra del vampiro.
Drácula se inicia con una catábasis -la llegada de Harker a sus dominios es un Descensus Ad Inferos- que evoca entre muchas cosas el de Proserpina al Hades. 

De ahí, y de la maldición que desata su madre Demeter, haciendo a la Tierra estéril hasta que Hades no libere a su hija, viene el nombre del barco. 

No es casual, como tampoco lo son los de los barcos de los libros de Jules Verne.
El trayecto, de hecho, simboliza el del ataud de Osiris por el Nilo, en el que Set lo ha encerrado para usurpar su lugar. La búsqueda de Demeter adapta uno de sus mitos, con Isis en su lugar. 

Como saben los que han leído la novela, Drácula da cuenta de todos los tripulantes uno por uno. Aunque suponemos que en esta versión alguien salte por la borda antes de llegar a puerto. 

 Lo vimos ya adaptado en la versión de Moffat, una de las pocas ocasiones en que se ha detallado la escena.

   
 Aún esperamos la adaptación que represente fielmente que Drácula, aunque adopta forma física en puntuales ocasiones, es más una MALDICIÓN ANDANTE, una presencia fantasmal, un espíritu maligno que causa a distancia la muerte de padres y mentores de los protagonistas en cuanto pone pie en su nuevo feudo.
 

El Sauron de la Tercera Edad, ese que no hace nada pero causa los eventos es su mejor representación, pues no solo compartió orígenes vampíricos sino que Tolkien usó la novela como modelo de su propia narrativa.

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