Leyendo sobre la filiación artúrica del personaje, me hice con un de los primeros tomos que recopilaban en arco original. E incluso, en aquellos años noventa en lo que todo eran superhéroes y sus universos, conseguí alguno de los números aquí recopilados.
No acabó de impresionarme en su momento, no por deficiencia del autor sino por que el lector, un servidor, no estaba preparado para entender la genialidad de Wagner a la hora de actualizar esas viejas historias y arquetipos erigiéndose en protagonista de los mismos, relocalizándolos en entornos realistas y urbanos y basando el resto de protagonistas en familiares y conocidos.
Ahora ya entiendo que al Pendragon lo acompaña siempre un Trickster y un "Kirby" y valoro mucho más a un calvo fondón con camiseta de Shazam y bate de beisball donde antes había espada.
Y es que los superhéroes y sus mitos no serían más que infantil escapismo si sus aventuras no se entienden como parte y catalizador de nuestra propia evolución en este mundo. Sus aventuras son nuestra aventura.
Citando el famoso epitafio artúrico, fuimos y seremos SUPERHÉROES.
Y nuestra propia, mundana realidad, no carece de harpías o sirenas, por más que estas no se nos aparezcan emplumadas. Ese es el valor de estas historias: el llamar la atención sobre nuestras propias, personales odiseas.
Y por eso ahora, disfruto de la obra de Wagner -cuyas colaboraciones en DC he admirado de manera superlativa y ahora se echan muchísimo de menos-y agarro con fuerza mi propio bate, por que nunca sabe uno cuando lo va a necesitar.
3 comentarios:
A ver qué tal la tercera parte de la trilogía (que dicen que flojea). Y qué tal su reciente regreso a Grendel.
Mi obra arturica moderna favorita en viñeta sigue siendo tantos años después (y no será que no han aparecido nuevos buenos cómics inspirados por la llamada materia de Bretaña) Camelot 3000, pero esta serie está un rato bien. Suerte que al fin la podremos ver completa por acá (mucho ha llovido desde el intento de Dolmen).
Y ojalá algún editor se anime a publicar en castellano los cómics de Wagner de La Sombra (especialmente su excelente Año Uno). Aquí solo vimos el cruce con Grendel, que era el más flojo del lote (pero me gustó).
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