miércoles, 10 de enero de 2024

TOLKIEN, LAS UTOPÍAS Y LOS CLÁSICOS, POR HAMISH WILLIAMS

Durante décadas, los estudios de Tolkien se limitaron a los producidos por la propia Tolkien Society y poca cosa más, como los canónicos de Shippey. 

Afortunadamente, el auge de las adaptaciones de sus obras, y la llegada a la universidad de sus fans y lectores ha centuplicado en la actualidad su producción, tanto casi supera lo que un lector o estudioso pueda digerir.

 
 

 Gracias al buen amigo, mejor Tolkieniano y excelso arpista Ignacio Saavedra, he tenido ocasión de leer este interesante ensayo cuyo principal valor consiste en analizar a Tolkien basándose, como suele ser la costumbre en fuentes célticas, nórdicas y demás, sino en las Clásicas, Griegas y Romanas.

Tolkien disfrutó ya desde el colegio de una rotunda -como era antes- formación en griego y latín que duró hasta sus primeros años universitarios, antes del giro al inglés antiguo y lenguas nórdicas.

Leyó, estudió y COMPRENDIÓ la mitología clásica y esa, en última instancia es la fuente primordial de su obra, junto a por supuesto los Mitos Hebreos. 



Este campo está aún mucho menos explorado y es a mi juicio tanto o más fructífero que el anterior. 

 Y muestra de ello es el que, aunque las comparaciones del autor están magníficamente traídas, argumentadas y documentadas, en muchos casos no agotan la inmensa profundidad de la obra o no aciertan a alcanzar el nivel último de significado de la misma, a nuestro juicio.
     

Para nosotros el mayor acierto del autor es destacar a Tom Bombadil y su bosque como una figura basada en Orfeo, el legendario cantor griego que también dominaba la naturaleza y los animales con su música.


Williams apunta a continuación una interesante comparación entre los viajes y estancias de los personajes Tolkienianos y aquellos en La Odisea, pero los basa en el concepto de Hospitalidad y pasa a nuestro juicio por alto los más interesantes símbolos y episodios heredados por Tolkien cuya obra, ya desde su origen, se basa directamente en las aventuras de este primordial marinero.

        

Por último, el libro tiene un capítulo donde se estudian las urbes tolkienianas tanto con respecto a las imaginarias utopías como a sus modelos clásicos, las conocidas referencias a Minas Tirith como una suerte de Constantinopla. 

 Interesante, pero parece implicar que las "utopías" Tolkienianas tienen una intención sociológica o urbanística, mientras que nosotros entendemos que son meramente símbolos, ciudades arquetípicas y primordiales que describen, como todo el resto de su geografía, estados espirituales, y que no tienen más relación con nuestro mundo que la Troya homérica, de la que aunque se hayen restos arqueológicos, en el libro solo tiene la función de simbolizar la cárcel de Helena -el alma caída al plano material- y arder al culminar el proceso de liberación.

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