martes, 20 de noviembre de 2012

SHOWCASE PRESENTS: THE FLASH VOL. 4

Este tomo de Flash se mueve entre los dos polos de la Silver Age de DC: Por un lado lo previsible, formuláico y repetitivo, como las propias viñetas de un limitadísimo Infantino al dibujo, que no pasó jamás de su consabido fondo del "skyline" de Central City.


Por otro, editor y guionista, Schwartz y Broome, más Fox, trufan la monotonía con ideas ABSOLUTAMENTE REVOLUCIONARIAS, fantasía desencadenada, metiendo en un solo número lo que hoy en día serviría, más que para todo un evento, para un serie continuada.


Así, en este número entre aburridísimos complementos de relleno sin supervillanos, encontramos aventuras HISTÓRICAS, como esta en la que Flash es borrado de la existencia y debe convencer, como Campanilla en Peter Pan, a todos de su existencia para devolverlo a la realidad.


Y por supuesto, la primera visita de Flash a "nuestra realidad": Si Fox ya había establecido que en Tierra-1 el Flash de Tierra-2 era un personaje de tebeo, era lógico pensar que en otro mundo alternativo más allá, sería Barry Allen quien no pasaría de ser un personaje de cuatricomía.

Y ese mundo, claro, es nuestra realidad, bautizada "Tierra-Prime", donde Barry Allen tendría que convencer al editor Schwartz de que le ayudase a construir un Cosmic Treadmill para regresar a su casa.

El concepto de Tierra-Prime se confundiría con los años, pero la potente idea de que los guionistas meramente captamos ideas de un mundo donde los personajes son reales sigue manteniendo su prístina intuición, como ha desarrollado Moore en sus últimas obras.