¡Pero los amigos de EC a estas alturas ya sabían que lo tenían todo vendido!
Tengo que confesar que en esta ocasión no ha sido la atmósfera de los tugurios que dibuja Wally Wood en El Soborno lo que más me ha gustado.
Ni la merendola que se dan los buitres con un señor menos ábil que el Cimmerio para apartarlos en Carroña.
Rogamos al editor que considere concedernos el placer de degustarla entera.
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