¡Pues no dejen de agenciarse una copia de este ensayito de deliciosa y fluida lectura y puntual humor donde nuestro querido divulgador científico hace un repaso, a través de las horas del día y las acciones que las acompañan, de cuando y por qué nuestra existencia se organizó así!
Más allá de eso, Miguel Ángel nos ilustra con escogidos y chocantes momentos y anécdotas históricas, y así, según avanza desde nuestro despertar y la propia medida del tiempo -que se inicia con las horas litúrgicas de los monasterios y sus campanadas- repasa la aparición del deporte, desayuno, el trabajo, los desplazamientos, la comida...hasta volver a la cama y estar listos para reiniciar el ciclo.
En ocasiones, las viejas costumbres han ido evolucionando hasta dar lugar a las actuales, en la mayoría de las ocasiones, ha sido la ciencia y sus avances las que han terminado por imponerlas con la buena intención de salvar vidas.
Por que no todo en el libro son esos monjes copistas de El Nombre de la Rosa: También están las epidemias de cólera de las grandes ciudades como Londres, la contaminación y los riesgos laborales de la industrialización, el increíble y lucrativo origen de algunos de los colores de tintes que ostentó nuestro Imperio, etc, etc, etc...
Quizás el libro es también una ocasión para darnos cuenta de cuan mecánico es nuestro proceder a lo largo del día, y en muchos casos hasta inhumano, deshumanizado, dañino.
El 99% de las cosas que hoy hace por costumbre la mayoría de la sociedad ha sido ya impugnadas por sus mayores estudiosos como inútiles, dañinas -¡ese internet!- o reemplazable por nuevos enfoques.
Pero tendremos que esperar a que pasen unas cuantas generaciones y esos cambios se implementen empezando, claro, por la educación de los más pequeños.
Mientras tanto, disfruten del libro, y hoy o mañana, en lugar de café, tomen chocolate, que no pasa nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario