Wagner tiene un talento especial para situar la historia en los años treinta, tanto desde el punto de vista gráfico, con el diseño de ese mundo retro e idealizado, como en lo argumental: los personajes protagonistas, los mafiosos, las mujeres fatales, todos los tópicos de este género están donde deben de estar.
Y la mejor prueba de que la cosa funciona es que Grendel, el amoral villano que en la historia viaja en el tiempo y descubre en el pasado un nuevo reto para su inteligencia, no desentona para nada frente al acartonado -a propósito- justiciero.
De hecho, ambos se complementan, siendo el uno tan extremo y superlativo como lo es el otro, cada cual a su modo.
Hay que agradecer al autor que, aunque sea para promocionar a su propio personaje, realice de paso una de las versiones de The Shadow más esenciales e intemporales.
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