Se centra en dos hombres, un judío y un musulman, que encabezan sus respectivas ONGs, uno para cuidar a niños autistas, el otro para integrar a jóvenes marginales en la sociedad como cuidadores de estos niños.
Como hilo conductor, a imagen de Intocable, un francés de orígenes africanos verá su vida cambiada al integrarse como cuidador de un niño autista especialmente traumatizado y problemático.
Un acercamiento a la problemática de las familias de autistas que a penas hace años que han logrado que asociaciones como esta comiencen a enseñarles como tratar este problema de manera exitosa, cuando antes muchos de estos jóvenes estaban destinados a acabar medicados en instituciones, si es que acaso los recibían.
¿Y que hace el Gobierno, francés o el que sea, mientras...? Investigar a las asociaciones por no contar con los permisos y el personal especializado requerido, amenazando con cerrarlas.
Una fuerte crítica social y una reivindicación del trabajo silencioso de tantos voluntarios.
Entre tanto drama, la película cuenta con algún momento de comedia a cuenta de la -anulada- vida social del idealista judío.
Así que la película se puede disfrutar saliendo muy concienciado del cine y sin demasiada pesadumbre. ¡Gran trabajo!
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