jueves, 12 de marzo de 2015

NARRACIONES EXTRAORDINARIAS, DE EDGARD ALLAN POE

Creo que la primera vez que conocí a Poe como genio fantástico fue en uno de los "1,2,3..." que ese divulgador incansable y fanboy primigenio de Chicho Ibáñez Serrador le dedicó. Ya no se hacen programas así. Ni tampoco parecidos...

Más recientemente, los aficionados al cómic asociamos la obra de Poe a los cómics de la Warren, y en especial al trabajo de Bernie Wrightson, quien sin duda ha sido uno de sus más brillantes adaptadores.


La verdad es que, tras leer sus cuentos, casi no lamento no haberlo hecho décadas antes: Hubiese crecido ATERRORIZADO, perseguido en la oscuridad de mi dormitorio por los peores terrores.

 Con sus narraciones en primera persona Poe te sumerge de la mano en sus mundos, arrastrándote a ellos como ese Maesltrom que devora embarcaciones, y cuando te quieres dar cuenta el olor a podredumbre, las ratas que bullen por doquier, los rigor mortis que dejan de serlo, te han rodeado y aprietan tu garganta hasta la afixia.


Poe, viviendo en ese mundo ideal donde la Ciencia no había aún comido todo el lugar a la especulación fantástica sobre la realidad, sabe hacer rebosar todos sus relatos del espíritu de lo Romántico, de lo Gótico: Las ruinas, lo medieval, lo oscuro, lo prohibido, la locura... Quizás son las amenazas más cotidianas las que resultan más terroríficas.


Los Sherlockianos de pro no deben dejar de conocer los cuatro relatos dedicados a Auguste Dupin, el detective caza orangutanes de Los Crímenes de la Rue Morgue, que en tantas cosas prefigura a Holmes, desde sus métodos fríamente deductivos a los imposibles resultados de sus investigaciones. Aunque Conan Doyle creó a un personaje infinitamente más atractivo y tridimensional, no dejó de copiar argumentos y resoluciones de Poe. Y es que ya está todo inventado...

Curioso también el uso que Poe hace del TERROR decimonónico a ser enterrado vivo. La tenue frontera entre la vida y la muerte es repetidamente estudiada, violentada y cuestionada en muchos de sus relatos. Y si hay algo que de más miedo que un muerto, es un muerto decimonónico, en esos ambientes con olor a crisantemo, terciopelos raídos y cortinajes que se mueven y no es por el viento...


Todavía se salda por ahí la edición de Edimat, que cuenta además con un muy útil estudio sobre la propia y atormentada vida del autor.

Los que compartimos algunas de sus miserias vitales solo podemos esperar gozar al menos de algo de su talento, y un poco de la fama que gano tras su muerte, aunque tengamos que aguardarla en la eterna agonía mesmerizada del Sr. Valdemar...

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