Pero el grueso de esta aventura fue dibujado por un Val Semeiks que aún tendría que alcanzar más altas cotas artísticas con su trabajo venidero en DC.
Jim Owsley sigue haciendo una etapa muy interconectada, de historia continuada, y en la que Conan comparte protagonismo con un gran número de secundarios, casi convertido en el líder de un "supergrupo" hyborio.
Ahora, todo lo que tiene de original lo pierde de conexión con las historias originales de Howard. Eran otros tiempos, y se producian estos cómics con otras miras y con otros modos.
La verdad es que la recuperación del color original le hace un flaco favor a estas historias, por que resultan totalmente chillones a los lectores actuales.
Conan se ve enfrentado a tramas que se centran en un siniestro avatar de la Muerte que parece un trasunto del Death Dealer de Frazetta o los Jinetes Negros de Tolkien.
Y, como guinda al pastel, una aparición de Red Sonja, cuando esta aún se paseaba por la misma Era Hyboria de Conan.
Pero seguro que los compradores que han seguido esta reedición hasta su número 25 disfrutarán de completar esta etapa tanto como, esperamos, lo hacen de los cómics actuales del Bárbaro.
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