Es chocante ver que a un personaje capaz de librar a los Estados Unidos de una plaga de vampiros se le resistan ahora unos cuantos votos demócratas...
La versatilidad con que el cine ha usado este año a Lincoln nos señala más allá de ninguna duda que nos encontramos ante un personaje puramente mítico ya.
Sin embargo Spielberg hace lo posible por acercarnos al hombre detrás del portento, recreando, suponemos que con gran fidelidad, este episodio de la aprobación de la 13ª enmienda a la Constitución de los U.S.A. que declaraba ilegal la esclavitud.
Y qué mejor manera de mostrarnos los pies de barro del Founding Father que revelando que los congresistas del momento, a pesar de estar en lucha con el Sur, no tenían ninguna prisa en aprobar dicha declaración, se peleaban como politicuchos por los más nimios detalles, y como tales al final solo se consiguió comprando voluntades de la oposición a cambio de trabajos gubernamentales.
Lo que por un lado nos desmitifica al "gran libertador" pero por otro propone la interesante cuestión de si es correcto usar medios corruptos para lograr fines superiores. La película parece estar de acuerdo en que sí.
Lincoln no obstante, se erige como el líder idealista que no renuncia a aprobar esa declaración por que la cree justa y necesaria. Tanto, que no le importa por qué medios se haga.
Un certero retrato de en qué consiste la política, aunque esta en muy pocas ocasiones se acabe centrando en fines tan altos como los de Lincoln.
La película también muestra como hasta los líderes más visionarios tienen que hacer frente a su vida familiar, y como esta les afecta absolutamente a sus decisiones.
En este caso, Mrs. Lincoln es descubierta a la vez como la gran mujer detrás del gran hombre, y también como una atormentada madre que queda traumatizada por la pérdida de un hijo y a la que le aterroriza poder perder otro más.
Daniel Day-Lewis construye un sólido personaje y consigue acercarnos al sencillo hombre, el antiguo abogado que era Lincoln en el fondo.
Hay sin duda que aplaudir que a pesar de la duración de la película esta no resulte pesada. Comienza lentamente para por supuesto lograr emocionar cuando el personaje logra su objetivo final o cuando vemos al padre atrapado entre el amor a su hijo y su mujer y sus responsabilidades como jefe de estado.
La película muestra el horror de la guerra de secesión y con ella, la de cualquier guerra. Los ciudadanos del momento vivían un momento histórico en toda su intensidad. Tenían hijos y nietos derramando sangre por la libertad.
Hoy en día, la sociedad actual hemos sabido protegernos, escondernos de lo que está mal en el mundo. A pesar de alguna imagen escabrosa en las noticias, las injusticias de hoy en día, no menores ni menos urgentes que la abolición de la esclavitud nos resultan ajenas y lejanas.
No nos jugamos nada en ellas, si no nos acaban afectando y no tenemos ni interés ni opinión al respecto para intervenir o darles la solución que demandan.
En definitiva, ver el filme nos hace añorar la existencia no ya de políticos, sino de PERSONAS con la resolución de un Lincoln para reparar injusticias y hacer lo que debe hacerse por cualquier modo, por que DEBE HACERSE.
Los Estados Unidos, que celebrar su historia en esta película, parecen haber perdido ya desde hace cuatro décadas la altura moral, la primacía en la historia que obtuvieron en este momento.
Pero no existen en ningún lugar la civilización dispuesta a tomar el relevo. Parece que esperamos todos a que sean de nuevo los E.E.U.U. (o la O.N.U., tanto da) los que declaren tal o cual situación injusta o digna de luchar por ella.
Esperemos pues que la película ayude a despertar conciencias y forjar hombres con ese compás moral y la determinación de hacerlo realidad.
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