jueves, 22 de febrero de 2024

CERVANTES Y LA INVENCIÓN DEL QUIJOTE, POR MANUEL AZAÑA

Acaba de aparecer en Archivos Vola una nueva edición de esta conferencia de Manuel Azaña, Cervantista de pro. 

Azaña era hijo del Alcalde de Alcalá de Henares, y se crió a la sombra de la Estatua de Cervantes que sigue presidiendo su preciosa plaza. 

 Aún siendo manchegos, como el personaje y su creador, nos consideramos muy afortunados de compartir con el que fuese presidente del Gobierno su pasión cervantina, aún sin esa inmediatez.
    

Comienza también su discurso -pronunciado en el Lyceum Club Femenino, sito entonces en la Casa de las Siete Chimeneas- citando las reflexiones poéticas del hijo filósofo de nuestro adorado Caballero del Verde Gabán, al que algún estudioso quiere ubicar en nuestro ciudad de Villarrobledo.
   

El grueso de la conferencia está quizás basado en un desliz, pues se centra en remarcar que, como parodia de las novelas de Caballerías, el público de ahora, desconociéndolas, no puede apreciar la finura de Cervantes a la hora de parodiar ese tipo de literatura. 

Creemos que olvida Don Manuel que Cervantes -que, como explica Borges en el vídeo que adjuntamos-, sabiendo que ese tipo de literatura ya no era popular, acompaña cada una de las escenas parodiadas con numerosos ejemplos sacados de las novelas que secaron el seso a nuestro paisano, por lo que entonces y ahora, esas parodias vienen a comprenderse de igual manera.
   

El prodigio de la novela (...) consiste en haber fundido la corriente mitológica y realista en una emoción sola. (...) Los Mitos se humanizan.

 Así reflexionábamos hace unas semanas contemplando en Plaza España el monumento a nuestro literato más universal: La prodigiosa doble visión de Cervantes que, sabiendo que la fantasía de los Caballeros Andantes no podían ser ya digeridas en el mundo moderno, crecientemente cartografiado, logró, manteniendo intacto su simbolismo espiritual y hermético, volcarlas en la más inmediata y casi -¡por que sale Merlín!- desencantada realidad de nuestro Siglo de Oro.
   

Un libro inagotable y un estudio imprescindible, de la larga cadena que habremos de leer si el malvado Cronos nos concede ocasión de añadir alguna reflexión propia a tan augusta lista de lectores e intérpretes de Cervantes.

Mientras tanto, insistimos con Azaña y Borges: Cervantes no se burla de la novela de Caballerías, sino que la transforma y hace eterna.

 

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