Confiesa Guillen en la despedida que originalmente iban a ser seis números y la cosa se le fue de las manos. Bueno, no se seis, pero igual planificar 12 le hubiese quedado más redondo y memorable.
Para el arco final, la llegada de Robin, el matareyes de los Bosques, El Caballero Verde empeñado en devolver el golpe a Gawain, la lucha de los dos Arturos y, en conclusión, el destino final de los protagonistas mortales que en estas historias hacen un interesante uso de los arquetipos míticos que encarnan/manipulan.
Nos entendemos a nosotros mismos como una historia, nos narramos nuestro pasado y eso define lo que somos ahora.
Nosotros mismos nos hemos acabado encontrando viviendo un mito y enfrentando oscuridades no menos temibles que las de ese Otromundo celta, ni con aliados menos brillantes que los que invocan los protagonistas de estos cómics.
No recuerdo si lo comenté en una de las anteriores reseña, pero la serie, a la postre, ha acabado siendo una puesta al día de aquel concepto de Marvel UK que fueron los Knights of Pendragon, y no nos extrañaría que tal hubiese sido el origen de este cómic. Nos fascinó en su día y nos encantaría verlos regresar en nuevas encarnaciones.
Los Mitos Artúricos fueron, son y serán fascinantes.
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