miércoles, 25 de marzo de 2020

AUGUSTE RODIN: CARTAS AL MAESTRO, DE RAINER MARIA RILKE

Recopilación de las cartas del poeta Rilke al escultor Rodin, de quien era devoto admirador, comentarista y difusor de su obra.

El encuentro de las dos personalidades creativas, Maestro y discípulo, da para muchas lecciones, estéticas y no solo estéticas.


La primera es que, por mucho talento artístico que tengas, de poco te va a servir en el mundo si no tienes alguien que "LO CANTE".

Ya desde los tiempos de estos dos titanes, la figura del artista dependía de la existencia de un CRÍTICO que lo aupase a las alturas.

Sin Rilke -y otros-, Rodin era solo un viejito olvidado en su taller al que todos sus alumnos no querían más que superar y reducir al olvido.


Otra de las lecciones es que, si admiras a algún artista, no tengas demasiado interés por conocerlo muy personalmente: es bastante probable que su genio en lo creativo no se traduzca en encantadoras habilidades sociales.

Una vez que encuentran a alguien que los "comprende" los genios, por el hecho de serlo, suelen ser bastante absorbentes y celosos, y así ocurrió con Rodin, que después de contratar a Rilke de secretario personal y darle casa y sustento, lo despidió fulminantemente al parecer por descubrir la correspondencia de este con otro artista que el propio Rodin le había presentado.


Por lo demás hay que compadecer también un poco a los genios: Los admiradores quedan tan deslumbrados por su arte que consecuentemente no ahorran en elogios y esfuerzos por intentar complacer a sus "maestros".

Las cartas de Rilke, como excelso poeta que era, acaban siendo un poquito "densas" y desfasadas ya en su constante peloteo. Un "fan fatal", vaya.

Pero constituyen una apasionante lectura para comprender la terrible dinámica entre dos polos que se necesitan tanto como acaban repeliéndose...

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