Creo que si repasamos los grandes títulos del cine español encontraremos que, de Bienvenido, Mr. Marshall a esta parte, cuanto mejor reflejan la España real, la España cutre, barriobajera y quinqui, mucho más exitosos y recordados resultan.
¡Quien nos iba a decir que nuestra Maribel Verdú iba a poder ser una perfecta choni atrapada en un matrimonio con un gañán -De La Torre- que solo se preocupa ya, COMO EL PROPIO PAÍS, por el fútbol y el Clásico!
En el camino de ambos se cruza un primo suyo con ínfulas de hipnotizador -Mota- cuyos efectos sobre el albañil futbolero van a ser tan mágicos e inesperados como el título de la película.
De repente el marido descerebrado se convierte en un atento galán, pero algo le dice a nuestra heroína que todas estas atenciones ocultan un misterio aún más oscuro que los túneles de la M-30, y que por seducida que se encuentre por su nuevo yo, debe revertir los efectos. ¿O no...?
A partir de ahí se desata un thriller sobrenatural mezclado con comedia descacharrante, en la mejor tradición de Alex De La Iglesia, que parece haber creado ya escuela.
Grandes papeles para José María Pou, convertido en un "Tristanbaker" de Todo a 100 o Julián Villagrán como un siniestro agente inmobiliario -quizás no lo reconozcáis sin su peluca de Velázquez en El Ministerio Del Tiempo.
Posesiones de ultratumba y carcajadas alrededor de un Madrid que no sabemos si aterroriza más por lo demoniaco o por lo fiel a la triste realidad.
Una película con moraleja feminista, con el ahora ubicuo EMPODERAMIENTO de la mujer, en este caso sometida y desatendida por un marido que es que el acaba dando más miedo, por que los hay así y demasiados.
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