Vistos un par de capítulos de esta serie los sentimientos están bastante encontrados.
Por que no tiene poco mérito el haber sabido reflejar certeramente el teológicamente complejo mundo de Neil Gaiman, aunque sea en sus aspectos más básicos.
La serie explica, que no es poco, que Lucifer ha dejado el Infierno y regenta ahora un Club en Los Ángeles, con su demoniaca camarera.
Aunque la personalidad del protagonista ha pasado de lacónica a efervescente, los conflictos personales y apocalípticos que se derivan de "sus vacaciones" también están correctamente adaptados, así como los particulares poderes del Ángel Caído.
La aparición de algún mensajero divino ayuda a dar algo más de background a lo que suponemos que será una subtrama a muy largo plazo.
A la base del personaje está tanto su progresiva redención personal como la exculpación de su supuesta influencia sobre los humanos. La clásica disculpa de "El diablo me hizo hacerlo" queda claro que no es nada cierta. El diablo tiene cosas más entretenidas que hacer.
Lo malo es que, con tan buenos mimbres, lo que se acaba haciendo es el enésimo show policial de investigación criminal: "C.S.I. Dis".
Los productores afirman no estar cerrados a usar nuevos personajes de Sandman, pero de momento estos brillan por su ausencia y meterlos en la estructura ya creada solo los devaluaría a ellos también.
Pero bueno, también Arrow comenzó con un tono y luego ha dado lugar a algo radicalmente diferente. Veremos donde llevan todas estas buenas intenciones...
No hay comentarios:
Publicar un comentario