Y aunque alguna escena alucinógena hay en este cómic, no puede estar más anclado en la realidad, una triste realidad de un detective privado con acromegalia (la enfermedad de crecimiento desordenado) que se ve envuelto, como todo buen relato NOIR, en un caso que no acepta por dinero, sino por compromiso, y que se le acaba yendo de las manos.
Nada demasiado original, salvo la apariencia del detective y su propio calvario por esta. Claramente un antihéroe, como lo es el propio Hellboy.
Pero a los aficionados al género negro les supondrá sin duda una excelente lectura. A ello contribuye el dibujo de Johnathan Case, cercano quizás a un Paolo Rivera y centrado en contar la historia, una historia costumbrista, sin estridencias, eficazmente y con gran acierto a la hora de crear ambientes.
Las grandes portadas de esta miniserie, The Creep, realizadas por famosos artistas, son recopiladas al final del tomo.
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