jueves, 3 de marzo de 2016

EL PRADO VERDE, POR H.P. LOVECRAFT

Es maravilloso ver como los elementos más característicos de la escritura de Lovecraft van apareciendo, sin prisa pero sin pausa, en estos relatos iniciales.

El Prado Verde es una colaboración con otro escritor, y no sabemos si esta sirvió para impulsar a Lovecraft en la dirección del Terror Cósmico en la que acabaría.


Y es que aquí hace ya irrupción los pueblos de pescadores, en este caso de Maine, donde un extraño meteorito encierra las imposibles anotaciones petrificadas en griego de un habitante del siglo II A.C.

Lo antiguo y lo procedente del espacio exterior se funden en uno y tienen ya un lugar concreto para manifestarse en la Tierra.


Con influencia de Los Sauces, de Algernon Blackwood, Lovecraft nos narra como este personaje acaba sumergido en un paisaje de la costa en donde la naturaleza le resulta a la vez familiar y absolutamente extraña y hostil.


Un banco de tierra en el que el está comenzará a perderse Mar adentro, alejándose de ese "bosque animado" con espíritus nada amistosos.

Y así se irá acercando a una isla verde donde antiguos monolitos se yerguen cubiertos de verde moho.


Extraños cantos similares a lenguajes de reinos egipcios olvidados suenan en el ambiente, pero Lovecraft no llegará a revelarnos que clase de "daemones" los emiten, según el narrador es arrebatado por el terror, la locura y el hecho de que se aleja para siempre del mundo material, dejando solo tras de si su relato.

Así, avista la tierra de Stethelos, donde los hombres jóvenes son infinitamente viejos...

Un nuevo pasito del escritor hacia todo lo que no es, ni fue, ni nunca será...

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