Todos los que disfrutamos con la película "La invención de Hugo" tenemos una oportunidad dorada de profundizar en el onírico mundo de Méliès.
La exposición, diseñada con un gusto exquisito, un deleite estético en si misma, recupera el trabajo del cinematógrafo francés añadiendo además una retrospectiva sobre los primeros y rudimentarios métodos de hacer cine o poner imágenes en movimiento.
Las historias, los temas, la estética.. Méliès se revela como un artista global cuya obra tiene muchísimo en común con los cuentos de hadas, con el teatro, con la ópera, la literatura fantástica y ciertamente con los sueños, tal es la irrealidad que consigue en todas sus producciones.
Déjense encantar durante una hora por este moderno Merlín y viajen al pasado del cine que seguro les lleva también al propio, perdido, pasado de la infancia y la fantasía desatada.
Y si es que el tema no les agradase, insisto, solo ver de qué manera está montada la exposición, de cuantos modos y en cuantos temas queda dividida, es todo un deleite para cualquier persona con ambiciones culturales.
Y un consuelo para los genios que la historia deja de lado: Puede uno morir arruinado y olvidado, ya llegará el día en que su obra sea redescubierta y valorada.
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