miércoles, 11 de enero de 2023

DOLMEN #331: CARLOS PACHECO IN MEMORIAM

El lunes pasado me pasé por la librería GENERACIÓN X TIRSO para ver si les quedaba algún ejemplar de este número de Dolmen: ¡Agotado!

No perdí la visita, por que uno de los nuevos empleados tuvo a bien felicitarme por mi artículo, que llamó SINCERO. Eso intenté. 

 Afortunadamente, a la vuelta a casa el cartero -que ya pasaba de largo- tenía el sobre con mi copia, y salí rapidamente a perseguirlo.


La lectura del estupendo número, que no solo será superventas, sino que contiene magníficos artículos, la mayoría de ellos desde el punto de vista personal no deja de ser agridulce: A través de las diversas semblanzas recuperamos algo del amigo perdido y el creador admirado, y sin embargo nos recuerda una vez más que ya no está, ni va a estar más, salvo en sus obras. 
 
Y es que parte de mi no quiere dejar de creer que todo lo que ha pasado y como ha pasado no es más que una "muerte de tebeo", un plan copiado de su admirado Ozimandias, y que Carlos -del que, como en los cómics, no ha quedado cuerpo- sigue vivo en alguna base polar o isla tropical de villano Bond, riéndose de todo esto y a salvo a fin de que los fans le pidan dibujitos o un servidor intente endosarle algún nuevo guión.
   

Envidio esa última visita de Vicente y Jaume, que Jorge Santamaría y yo pensábamos proponerle pero que llegó demasiado tarde. 

Pero si en el reciente homenaje en Telefónica no quise acercarme a saludar a su ex-esposa e hijo por miedo a romper a llorar, me imagino el drama de haberse llegado a producir. Bien está así, las cosas pasan todas por alguna razón.

 

Dice Desireé Bressand, su pareja, que a Carlos no le gustaban los homenajes. No se, yo creo que si le hubiesen gustado. 

Los suyos, aunque puntualmente no han faltado, han llegado tan tarde como mi visita. Confiemos en que se sigan produciendo.
   

Rafa Marín evoca sus primeros encuentros con Carlos, ya dibujante, pero sobre todo fan. 

Y recalca que su obra -con las lógicas etapas y la diferente experiencia como autor- se mantuvo profesional y prístina hasta su último trabajo, a pesar de no pocos obstáculos. 

 Por que tanto se habla de cómo abríó las puertas del cómic americano a los autores españoles, pero se suele obviar que, de los centenares que alcanzaron a trabajar allí, muy pocos continúan haciéndolo, ni lo han hecho ininterrumpidamente, y de los que siguen, ninguno lo ha hecho con la calidad y el prestigio de Carlos. Lo importante no es llegar, sino mantenerse.
   

Jesús Merino, con cuyos recientes ilustraciones me admiraba yo el otro día en su Instagram, y al que le vendrá muy bien heredar Arrowsmith, nos habla una vez más del detalle y cuidado, casi obsesivo que Carlos ponía en sus ilustraciones.

 Algo singular, cuya ausencia explica rápidamente el estado actual de los superhéroes.
   

J. J. Rodriguez cuela dos columnas. Una que redunda en la disponibilidad, conocimiento, trabajo académico y afabilidad -a ratos- de Carlos y otra dedicada a Iberia Inc., un universo que algunos aún esperamos -sin contener la respiración- ver desarrollado. 

Al respecto voy a añadir una anécdota: Hablando con Carlos sobre mis guiones para Plus Ultra, buscaba yo la manera de que -si estaban en el mismo universo- alguno de sus personajes apareciera en mi proyecto de miniserie. 



"Yo lo que quisiera es poder hacer alguna historia con vuestros fantásticos personajes". A lo que el, por teléfono, respondió con un lacónico "Eso mismo quisiera yo". 

Sin faltar a los meritorios esfuerzos de Marín y Fonteriz, me temo que la Iberia que imaginó Carlos distaba bastante de lo publicado.


He disfrutado especialmente el irónico artículo de Koldo Azpitarte confesando que el no fue amigo de Pacheco aunque si admirador-, distanciándose de los numerosos "viudos" que ahora le van saliendo (????!!!!). 

 Y supone un descanso para mi saber que no fui yo precisamente el único del que, habiéndolo acompañado durante muchos años, acabo bastante distanciado por tal o cual diferencia. Como buen genio, tenía un carácter complejo y poliédrico y era tan propenso a la carcajada como al mosqueo.


Antonio Martin hace una detallada crónica de sus colaboraciones con Forum, que para muchos fueron las que vivimos con más ilusión y en las que Pacheco disfrutó de una libertad que luego seguro echó muchísimo de menos ya convertido en profesional del "comic U.S.A."

Una historia que deberían repasar aquellos que cuestionan por un simple hecho los méritos de nuestro inolvidable editor que tantas vidas -no solo la de Carlos- cambió, todas las de la Generación Forum.

 

Jaume Vaquer nos tiene que contar cual era esa última página que vio, inconclusa, en el tablero del autor en su postrera visita. 

¡Yo me apostaría a que ya la ha incorporado a su colección de originales!
      

Y luego, pues bueno, hay un articulillo de un servidor donde narro los momentos fundamentales de nuestra relación: ocho años de buen rollito y colaboración y ¡¡VEINTIDOS!! de tenso alejamiento. 

Ya me arrepiento de no haber seguido contando cosas, y ganarle a Martín en longitud: Como cuando salió harto de un pesado entrevistador en Expocómic y le dijo que su autor favorito, ni Adams ni Pérez, ¡¡¡era Rick Buckler!!!
     

Esta es la portada de otro proyecto en el que coincidimos, el como portadista y yo narrando todas las biografías de los miembros del All-Star Squadron. 

Le regalé un ejemplar en una de sus presentaciones en Generación-X, con mi teléfono apuntado en la cubierta. No me llamó... 

 Le encantaba hacer el chiste de que yo era un fan tipo "Misery" de Stephen King. Algo de razón si tenía.
     

Decía Carlos que el ponía los guiños y referencias en sus cómics como los Maestros Masones en las Catedrales. Pocos lectores hay que hayan desentrañado más que yo. 

Y sin embargo, los más importantes, los que se repiten una y otra y otra vez, han estado tres décadas ante mis narices y no he sabido verlos. Hasta ahora. 

 Ha sido con su muerte con la que he localizado al final donde esta la Tumba de Hiram Abiff, rodeada de Acacias. (Por cierto Koldo, que los Masones se llaman a si mismos, "Los Hijos de la Viuda").
"Juegos de Muerte y Engaño": Es estremecedor que Carlos, que desde sus inicios se identificase con Rick Jones, dibujase a este postrado en silla de ruedas al inicio de la Guerra de la Eternidad. 

 Verniano de pro, despedimos de nuevo a Carlos con el epitafio de la tumba del autor: "HACIA LA INMORTALIDAD, Y LA ETERNA JUVENTUD".

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