viernes, 13 de enero de 2023

DANTE ALIGHIERI, SU VIDA Y OBRAS, POR GIOVANNI BOCCACCIO

Tengo para mi que, es tal la INFERNAL constitución de nuestro mundo que no existe persona alguna que haya realizado una contribución -al menos, artística- a la Humanidad que haya recibido en vida el agradecimiento merecido. 

 Como vimos hablando de esta genialidad, LA DIVINA COMEDIA se acabó convirtiendo por un tiempo en una obra CANÓNICA -del canon católico- e inspirada, y en una fiel descripción GEOGRÁFICA del inframundo.
   

Mientras que consideramos que según que comportamientos no son conducentes a la Gloria Eterna y necesitan algún tipo de especial corrección -un hospital de almas, proponía Tolkien-, nos resulta difícil de imaginar un infierno más infernal que el que vivimos ahora. 

Hace más daño que quienes te torturen sean tus congéneres que criaturas con cuernos y rabo, sin otra función particular. 

Por eso, nuestra lectura de La Divina Comedia, una "versión extendida" de las catábasis de Ulises y Eneo, una remitologización pagana de los mitos cristianos es, como todo mito, una guía de nuestra propia vida y realidad material, no de ningún recinto post-mortem.
   

El caso es que, con las guerras entre Guelfos y Gibelinos, Dante acabaría exiliado y con la obra a medio completar. 

Las palabras de Boccaccio al respecto, no pueden ser más inspiradoras: "Más no puede ciertamente la Fortuna hacer cosa alguna contraria a los designios divinos...", y Dante -de quien por supuesto se narran sus años de estudios y su trágico amor por Beatriz, luego "catasterizada" como su Ánima- pronto retomaría la obra.
    

"Haré por recordar la idea original y procederé según la gracia me sea concedida". 

 Una frase que es un bálsamo para cuantos tenemos aún algunas cosas por concluir.
   

Primera biografía del escritor, aún no exhonerado de su deshonra, Boccaccio canta sus penalidades y su gloria poética, recordándonos como siempre que hay mucho del pasado por restituir y que no existe autor hasta que hay un lector que comprenda su mensaje.

Los laureles de Apolo, que encumbrarían a Dante como comparable a los poetas del mundo clásico, raramente adornan testas en vida. 

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