Hoy, con ocasión del aniversario de su nacimiento, he creído oportuno recuperarlo.
En el número siguiente pude descubrir que mi personalísima, sincera y sentida semblanza no fue -como cabría de esperar- del agrado de todos.
Tras un año de "crecimiento personal", mi visión del mundo, Carlos incluIdo, es...bastante diferente, en algunos, esenciales aspectos.
Por eso a este artículo seguirá otro, expresando mi cambio de parecer. Aunque los hechos siguen siendo los hechos, y "así se los hemos contado".
No creo que NADIE tenga nada que añadir a mi relato y experiencia personal. Y si lo hace, se está calificando el solito. Por lo que rogarÍa a quien tenga la imperiosa necesidad de soltar vitriolo, aguarde al menos a la lectura de la segunda parte. GRACIAS.
Fue nuestra devoción por la Sociedad de la Justicia de América lo que me unió a Carlos Pacheco originalmente.
Carlos por entonces escribía el correo de Clásicos DC, la serie de Cómics Zinco dedicada a recuperar algo del pasado pre-Crisis y allí respondió una de mis incontables cartas de la época en donde yo preguntaba por posibles reediciones del grupo.
El destino, cada día más presente en mi vida -en su acepción inglesa de “DOOM”, inevitable y de fatal resultado-, quiso reunirnos por primera vez en la Hispacón del año 92, el 18 de Octubre.
Yo me había desplazado allí para asistir a la reunión fundacional de la Sociedad Tolkien Española. La historia de Tolkien también termina en “Doom”, Mount Doom.
¡Imaginad mi placer y sorpresa al descubrir allí la exposición con los originales de las portadas de Clásicos Marvel!
Rafa Marín, excelente anfitrión, la había organizado y pronto quedé yo igualmente admirado de su conocimiento, pasión y sabiduría. Eso aún dura, y mi lugar en la Sociedad Tolkien pronto caducó, aunque no mi admiración por el autor, por supuesto.
Para la ocasión Carlos me hizo un rápido dibujo de Flash -Jay Garrick- con un movimiento y escorzos en las manos que aún me parecen admirables y yo por supuesto, conociendo ya su talento y admiración y su conocimiento del cómic americano lo alenté a seguir adelante, aunque en aquellos momentos el sueño americano no era más que eso, un sueño.
Sería “Flash” quien nos volvería a unir, aunque en esta ocasión me refiero a la librería granadina, segunda residencia de un servidor en mis años estudiantiles -estudiando Tolkien y tebeos, mayormente- por donde Carlos se dejó caer un día algún tiempo después.
Había visitado ya Marvel, pero la reunión con Tom DeFalco no dio frutos: “El que no tiene padrino, no se bautiza...”, me dijo.
Una de las mayores verdades que hay en este mundo, y que yo por desgracia tardé demasiado en comprender. Padrino de los de Don Corleone, de los que meten cabezas de caballo en las camas de la gente.
No se si para entonces había aparecido ya el fanzine Studio que recogia el concepto y diseño del Universo Iberia Inc.
Yo me quedé tan impresionado por los mismos que, en el momento en que pude disponer de dibujante, comencé a crear un grupo análogo, una especie de “Defensores” a sus “Vengadores” que bauticé como Plus Ultra.
Eran ya los tiempos de Marvel UK y de Laberinto, y no creo ser el único que vió en ese “espejismo” la posibilidad de hacer realidad el sueño de guionizar superhéroes para el mercado americano.
El dibujante de los primeros diseños de Plus Ultra era Jesús Merino, a quien tuve ocasión de conocer cuando abrió, junto a Enrique López, la librería Dune. Enrique se animó y con el co-creé el personaje de Uro, a la sazón mi primer cómic publicado gracias al buen hacer de Sergi Gras, que me había incorporado como colaborador de Cómics Forum por mi trabajo en el fanzine Bronze.
Con esos y otros personajes de otros artistas -entre ellos Jorge Santamaría, forofo de Carlos a mi mismo nivel- formé un dossier y se lo envié a Carlos.
El tuvo la gentileza de invitarme un finde a San Roque supongo que no tan impresionado por mi labor como molesto por las similitudes de los conceptos. Rafa Marín se unió a la conferencia que acabó con mis personajes siendo adoptados -en teoría- por el Universo Iberia.
Allí llegué el día que estaba dibujando esa página de Star Jammers en la que aparece Pogo, una de esas singulares imágenes en la que Carlos homenajeaba los orígenes de Madame Hepzibah a la vez que creaba un momento de belleza y estética, algo que en los cómics de los noventa no estaba muy de moda.
Ni en los de ahora, tampoco.
Sospechosamente, Merino pronto acabó fichado por Rafa para dibujar Triada Vértice. Yo, con Jorge como dibujante oficial, presenté Plus Ultra a la Línea Laberinto, pero para entonces el editor era Toni Guiral y el proyecto no fue admitido. Para bien, pues sin duda no estabamos maduros como autores -como tantos otros de los que si fueron publicados.
Plus Ultra no pasaría de ser presentados en el penúltimo número de Bronze, compartiendo portada de Santamaría con Iberia Inc en un homenaje a la de Alpha Flight # 1.
Algunas de aquellas viejas ideas y diseños acabaron convertidas en parte del argumento de Whiz Kids, el cómic que finalmente he realizado junto a Jorge para Big Bang Comics y que estamos rematando en estos momentos.
Ese número coincidió ya con la salida del cómic de Iberia Inc. Yo para entonces era ya un “groupie” de Pacheco que lo seguía a todas partes. Recuerdo estar muy honrado cuando, en la presentación de Valencia, me agradeció mi apoyo en aquellos años.
Le había regalado a Carlos un número de una revista americana con una entrevista de Adams y el la citó en la presentación diciendo: “Como dice Neal Adams, el color es fundamental en los cómics de superhéroes...” Tras darse cuenta de donde estaba concluyó: “...En los cómics de superhéroes a color”.
Y es que si algo conservo de aquellos tiempos es la afabilidad y el humor de Carlos, que como yo mismo, gustaba de hacer reír a los aficionados a la menor ocasión y reírse el también, con sonora carcajada. Como en aquella charla con Julián Clemente donde este le nombró a Namor -entonces en los X-Men- y el respondió “¿Amor, la de Gran Hermano...?"
Colaborando con Alejandro Casasola, para el segundo Salón de Granada, organizé la primera exposición de autores españoles en el cómic americano, con originales de Larroca, Jiménez y Ferry, y... fotocopias de los de Carlos, que se los quedaba su agente, Scott Dunbier, futuro editor de Wildstorm y la línea ABC.
Carlos asistió como invitado y se presentó con fotocopias del número final de Fantastic Four. Hay que pensar lo que sentiría al ver que, ahora que trabajaba para Marvel, la mitad de sus personajes eran rebooteados en una nueva continuidad. ¡No estaba muy contento, aunque luego cambiase de opinión y manifestase que los universos superheróicos necesitan un reboot cada 25 años! Uno sin Lee ni Liefeld, supongo...
Lo mismo pasó luego cuando, tras criticar con razón la línea Ultimate de Marvel por ser una auto-competencia que denigraba al universo original, robando los mejores autores, tras su llegada a ella con Ultimate Avengers la ensalzaba como reducto de libertad y futuro de los superhéroes.
No sabía el que por entonces el sello estaba ya en sus estertores y sustituida de facto por la nueva línea Astonishing. Carlos decía “diego” donde antes había dicho “digo” con asombrosa facilidad.
Volviendo a su visita a Granada, fue en la firma que hizo en la librería Dune donde conoció personalmente a Jesús Merino. Y aunque es sabido que se convertiría en su entintador por su buen hacer en Triada Vértice, quiero yo pensar que facilité en algo la relación entre ambos. ¡Vamos, que estáis eternamente en deuda conmigo!
A partir de ahí, ya de vuelta en mi pueblo, “acosé” a Carlos con llamadas de teléfono regulares para estar al tanto de lo que hacía. Tras su paso por X-Men aluciné como todos con Avengers Forever.
El me comentaba las ideas que no le dejaban hacer -algunas las recojo en el artículo que publiqué como elegía en el blog, escrito por entonces para el Carlos Pacheco Sketchbook- y yo lo “acosaba” con ideas y propuestas para desarrollar juntos.
Una cosa que os hará reír pero que a mi entonces no me hizo nada de gracia es que Carlos descubrió que uno de sus confidentes era un “topo” que filtraba información. Así que, para identificarlo, comenzó a darnos a cada cual noticias falsas, a ver cual saltaba a la palestra.
A mi me dijo que le habían ofrecido guionizar la serie de Captain Marvel -la que en realidad escribió luego Peter David-. El topo no era yo, pero ¡¡lo que no se esperaba es que yo, ni corto ni perezoso, le enviase una propuesta para co-guionizar la serie!!
Como la oferta no existía, Carlos tuvo que inventar luego razones por las que, para el, el personaje ya no estaba de moda. “Eso es de los años setenta, de cuando las alertas ovni”. Ciertamente tenía una tendencia al “tall tale”, y como se descubrió años más tarde no tuvo por desgracia tanta ascendencia en Marvel como le que le gustaba presumir, o le hubiesen conseguido mejores entintadores tras la marcha de Merino, entre otras prerrogativas.
Mi otra gran colaboración con el fue realizar la que ha acabado convertida en la mayor entrevista sobre toda su carrera para Estados Unidos, publicada en Comicology # 3.
Para ello Jorge y yo nos desplazamos de nuevo a San Roque. Siento muchísimo no poder haberla completado con otra que alcanzase hasta la actualidad.
Cuando Carlos y Rafa comenzaron a trabajar en Fantastic Four, Carlos, que no seguía la -mayormente ilegible- serie de Claremont, acostumbraba a llamarme para preguntarme detalles de la continuidad actual: Quien era la novia actual de Johnny Storm, que había pasado con los Skrulls en los últimos años, por donde andaban los Inhumanos...
Yo le respondía con elaborados dossieres en aquellos tiempos pre-internet, rebuscando entre mis cómics españoles o americanos y la edición Master del Handbook. Como comenté recientemente en mi blog, esa es la razón por la que aparezco dibujado como el ayudante de Noah Baxter, Jedediah. Y disfrutaba como un enano haciendo de “Continuity Cop”.
En ese momento, año 2000, yo me marché a trabajar a Londres. Y ahí terminó mi relación con Carlos Pacheco.
Por culpa de internet, me temo.
Cruzamos un par de emails donde discutíamos sobre Continuidad, a propósito de los innumerables cabos sueltos de Claremont en FF.
Carlos y Rafa habían escogido con todo derecho y acierto hacer caso omiso de ellos -aunque luego recuperaron a Valeria y Roma, o a una Valeria, por que la de Claremont era claramente de un mundo alternativo-, pero a mi eso no me parecía nada conexo con lo que el propio Carlos había estado predicando durante años sobre que las aventuras de los personajes en el universo de ficción debían resolverse y mantenerse como una biografía real y coherente dentro del conjunto del universo Marvel.
El, que tanto pedía que los guionistas conociesen a los personajes, no se había leído la etapa inmediatamente anterior a la suya. Ni la de DeFalco, ni la de Englehart...
Así, a pesar de mis dossieres, cuando se recapitula la historia del Superskrull, la historia se detiene en el punto en el que Galactus se comió su mundo. Pero de Byrne a Pacheco, había llovido bastante en la galaxia de Andrómeda.
Como dijo en otra ocasión, no sin parte de razón, los cómics Marvel se acabaron con las Secret Wars. Ahora lo comprendo, por que para mi se acabaron también con la Secret Wars, pero la de Hickman.
Pero yo sigo pensando que la Continuidad -cuando aún se valoraba- no se forma con los cómics que el autor ha leído, o con los que le gustan, o con los que están bien dibujados, sino con su conjunto, lo que no quiere decir que todos tengan el mismo peso o sea necesario que formen parte explícita de la trama.
El caso es que, con el carácter agriado tras llevarme la primera gran “Hostia de Realidad” - de muchas- en mi nuevo emplazamiento, y a la vez frustrado y esperanzado en conseguir entrar en Marvel al igual que Rafa, como suele suceder en internet, sin los matices de una conversación hablada, el tono fue subiendo y haciéndose agrio... y dejé de escribirle.
De regreso a España, cuando mi queridísimo Vicente García me solicitó y publicó Círculo Justiciero, intenté limar asperezas y reconectar con el.
El cómic, como todo lo que he hecho, esta lleno de referencias del tipo que solo lectores como el propio Carlos podía entender -el mismo me había enseñado sus cómics de Vértice en San Roque señalando con el dedo tal o cual guiño de Thomas, Byrne o Pérez.
Era un pastiche de su adorada Justice Society.
Pero su reacción no fue nada elogiosa. Al contrario: sentenció que la línea Iberia no se había creado para publicar cómic de superhéroes.
Como digo, internet no hizo nada por mejorar nuestra relación: Carlos, con un humor muy personal y unas referencias de esas que ni Rafa pilla a veces, parecía empeñado en llevarme la contraria por doquier y hasta tergiversar elogios en ataques.
Bloqueo en Facebook incluido sin ninguna razón particular. Al menos que me comunicase a mi. Rafa también me bloqueó. Pero bueno, Rafa a estas alturas debe haber bloqueado a toda España menos a Vicente García. ¡Hay gente con el “dedo fácil”!
No es que me lo tomase muy a pecho, en mi ha prevalecido siempre el respeto y admiración a su figura -y a la de Rafa, y a la de Jesús, y aún más a su trabajo.
Pero bueno, si a alguien ya no le caes bien hay poco que hacer. Como todos sabemos, no faltan en el mundo del cómic español-y en todos los demás- personajillos celosos de cualquier cosa, hasta de mi relación con diferentes autores. dispuestos a malmeter todo lo posible y un poquito más. Y Carlos se mostró por entonces muy bien avenido con algunos de ellos. Natural que no lo estuviese conmigo.
Cuando se trasladó a Madrid coincidimos dos o tres veces, o acudí a sus actos en Generación X. Afortunadamente, la relación fue afable. Pero es curioso que viviendo en la misma ciudad no nos viésemos más.
Desde que dejé de leer y escribir sobre cómic americano, hace unos ocho años, tenía el deseo de encontrarme con el y tomar un café. Como hacían las protagonistas de aquella historia, una de sus primeras, de la que he tomado el título para este artículo, solo por la referencia, no por que yo haya pensado en el como un “enemigo”. Ni de el ni de nadie.
Me hubiera gustado decirle que nunca acabé de entender por qué se enfadó y que no había razón para que personas con visiones tan similares del cómic americano -por que la mía, me la enseñó el- estuviesen a la greña.
Y que hizo muy bien en no “apadrinarme” a mi en Marvel ni en DC por que, fantasías aparte, hubiese durado menos que Rafa Marín, por muchas razones.
Muchas veces deseamos cosas sin ser conscientes del precio a pagar. Los cargos vienen con cargas y yo, aún ahora, “domesticado” por mi trayectoria y mucho más consciente de cómo funciona el mundo, sigo siendo inflexible -coherente- en pocos pero fundamentales aspectos.
Otros, siguen leyendo cómics de superhéroes. Por los villanos, supongo, pues de los protagonistas se les ha pegado bien poco. ¡Bueno, a estas alturas héroes y villanos son indistinguibles!
No llegamos a tener esa conversación, pero así se lo hice saber en algunas entradas de mi blog. ¡No se si las leyó pero al menos no puso comentarios impertinentes!
Cuando anunció su retirada de los cómics por su enfermedad, me atreví a reconectar con el por Twitter, enviándole copias de los cómics que ando haciendo para Big Bang Comics y el libro de Historia del Cómic Americano que acababa de aparecer y que, nobleza obliga, le dediqué. Puso la foto en Twitter, pero no se pronunció sobre ellos. Visto lo de Círculo Justiciero, casi mejor.
Tras su operación le escribí un par de veces para saber sus progresos, y justo antes de anunciar ya el diagnóstico real de su enfermedad le había mandado un mensaje, extrañado por su silencio.
Al ver que anunciaba que se jubilaba de los cómics, le pedí hablar por teléfono y me llamó. Una conversación breve, interrumpida, triste y dura, pues yo desconocía la gravedad y el avance de su enfermedad. Aún así, me comentó que pensaba continuar dibujando layouts para Arrowsmith a terminar por otros artistas.
Entonces empezaron a llegar rumores de su empeoramiento y yo le volví a escribir para animarlo, incluso para proponerle que hiciese algo para Big Bang, con tal de que pensase en otra cosa, pero no contestó.
Yo tampoco insistí, entendiendo que lo mejor sería no molestar.
Una semana antes de su fallecimiento asistí a la presentación de Paracuellos 9 de Carlos Giménez y le mandé una foto a la que respondió con un emoji sonriente. Pienso que le haría gracia ver a un fanboy de los superhéroes siguiendo finalmente a su ídolo.
La noticia de su fallecimiento no pudo ser más sorpresiva y dolorosa. Por que una cosa es estar enfermo de ELA y otra morir de este en menos de un mes.
Supongo que, lógicamente, no me quiso informar de la gravedad de su estado.
Me hubiera gustado poder despedirme de otra manera, y agradecerle todo lo que me enseñó.
Buena parte de lo que he hecho en los cómics, y aún en otros campos, ha sido con la infantil intención de buscar la aprobación de un Carlos que a menudo se mostraba tan distante como Henry Jones Sr. en la escena inicial de Last Crusade: "Cuenta hacia atrás... en griego". Dicha aprobación, no acabó de llegar. Culpa mía, por intentar medirme con genios.
Aún cuando la industria americana esté impracticable, uno no puede evitar preguntarse, como Uatu... “What If...?” y soñar como hubiese sido algún cómic hecho por Angosto y Pacheco.
Cuando más he disfrutado con el es cuando escuchaba sus historias o propuestas, aquellas que por desgracia las editoriales -casi- nunca aceptaron.
Pero eso son solo sueños, por que por más que el fan quiera acercarse al ídolo, siempre va a haber cosas que los separen.
“Si admiras a alguien, no te acerques a el”, dicen. Yo no me arrepiento de haberme acercado a Carlos y si de no haber sabido enmendar antes que el se alejase. Y llevo muy a gala haber sido solamente su fan.
En el narrativamente MAGISTRAL X-Men #-1 -creo que el mejor guion que Carlos ha ilustrado jamás- “I had a dream”, Carlos contó la historia del fatal desencuentro entre Xavier y Magneto.
Yo sigo creyendo en ese mismo sueño, que el mundo hubiera sido mucho mejor si ambos hubieran colaborado. Pero ni un telépata calvo puede contener los demonios que animan a Magnus...
Yo os animaría a aprender las lecciones de esas historias, pues veo el futuro de los Centinelas amenazadoramente inminente: No dejéis para mañana, las enmiendas que podáis hacer HOY. Para Magneto y para Peter Parker KARMA IS A BITCH!
Entre las muchas que nos diferenciaban, Carlos es ateo y yo tengo la certeza intelectual -que no fe- de que hay algo más.
Sin embargo...en uno de sus últimos trabajos Carlos homenajeaba la historia de Byrne para el 20º Aniversario de los Fantastic Four, Terror in Tiny Town, que el había elogiado como una de las mejores del autor y la serie. Y con razón.
En ella, los 4F viven unas nuevas y vulgares vidas en un pequeño pueblo, sin poderes y con un Reed Richards profesor de instituto, al que director le hace la vida imposible.
Solo que el director es en realidad el Doctor Doom y sus cuerpos una mera réplica diminuta habitada por sus conciencias que residen en un pueblo artificial del que -recuperando una versión de sus poderes- consiguen escapar y finalmente regresar a sus verdaderos cuerpos.
Esa estructura narrativa, la cárcel de la realidad es, como en Matrix, una versión más -de decenas de miles- del Mito de la Caída y Redención.
Si la historia le gustaba, yo no diría que Carlos no era creyente. Solo que no lo sabía.
Por que todos dejaremos algún día esta “Littleville” -con lo que se está esmerando mi “Doctor Doom” particular en putearme, yo no he de tardar-. Silver Surfer romperá finalmente la barrera de Galactus y regresará a su hogar en el Espacio.
Y entonces, como le escribió Nietzsche a Wagner tras su ruptura, espero que, con el -y con todas las demás personas a las que ayudé en lo que pude, que se alejaron y se siguen alejando- me reúna una AMISTAD ESTELAR:
"Éramos amigos y nos hemos convertido en extraños. Pero es bien que así sea, y no queremos callar ni escondernos cual si tuviéramos de qué avergonzarnos. Somos dos barcos, cada uno de los cuales tiene su propio rumbo y destino; podemos ciertamente, cruzarnos en el camino y festejarlo juntos, tal como lo hemos hecho; entonces, los dos barcos fondearon tan tranquilos en el mismo puerto, bañados por el mismo sol, que parecía que hubieran tenido el mismo destino. Pero luego la fuerza irresistible de nuestra tarea volvió a separarnos, empujándonos hacia diferentes mares y vientos y acaso no volveremos a encontrarnos o quizás sí; pero ya no nos reconoceremos, porque nos habrán transformado otros mares y otros soles.
Una ley superior a nosotros quiso que fuésemos extraños el uno al otro, y por eso nos debemos respeto y por eso quedará más santificado todavía el recuerdo de nuestra amistad pasada. Existe probablemente una enorme curva invisible, una ruta estelar, donde nuestros senderos y nuestros destinos están inscritos como cortas etapas: elevémonos hacia ese pensamiento. Pero nuestra vida es demasiado corta y nuestra vista demasiado débil como para que podamos ser más que amigos en el sentido de esa posibilidad sublime. Por eso queremos creer en nuestra amistad estelar, aun en el caso de que fuésemos enemigos en la tierra."
Pues es un texto muy bonito, sentido y sincero sobre la amistad perdida y la abrasadora nostalgia que nace de lo que pudo ser y no fue. Esperando leer la segunda parte.
ResponderEliminarPues muchas gracias.
ResponderEliminarYa no se si escribirlo, no lo vaya a joder. ;-P