Peter Milligan ya estaba realizando para VERTIGO su serie SHADE, THE CHANGING MAN, no carente de todos los aspectos psico-dramáticos de este cómic.
Se puede por lo tanto apreciar la singular iniciativa de Karen Berger, con toda la novedad que eso supuso en los años 90 y su fuerte intervención editorial que, como veremos a continuación, asemeja el producto a todos los demás de la línea. En lo bueno, y en lo malo.
No había tenido ocasión de disfrutar de esta historia que, fiel a los orígenes del dicho sello, presentaba historias de superhéroes pero mucho más adultas, complejas y a veces pretenciosas que las del resto del Universo DC.
ENIGMA es un ejemplo arquetípico de las virtudes de ese enfoque, y también de sus defectos, entre ellos la redundancia de un mismo enfoque.
Lo que leemos aquí no puede dejar de recordarnos al Kid Eternity de Morrison, que también dibujase un aún bisoño Fegredo, influenciado por los Sienkiewicz y Nowlan de entonces-, al Sandman de Gaiman -de hecho, tanto se parece, que los guionistas de la adaptación descubro ahora que han robado de este cómic la nueva versión del episodio del dinner-y en los singulares villanos a los de la Doom Patrol de Morrison.
Todas las historias, si nos llegan, son historias de auto-descubrimiento, de un aspecto de nosotros del que no éramos conscientes hasta que nos apropiamos de el a través de ese texto, película o cómic.
El protagonista de esta historia también va a hacer algunos descubrimientos sobre su pasado e identidad. Solo que, de manera más colorista que la nuestra, su alter ego se manifestará de manera real, convertido en un superhéroe llamado Enigma que el leía de pequeño y a cuyo autor acudirá en busca de respuestas.
Cabe preguntarnos que secretos de nuestra psique esconderán los centenares de héroes que hemos leído nosotros...
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