Inevitablemente, al leer interpretamos, y de una obra salen mil.
Esta multiplicidad es buena y mala.
Buena, por que las lecturas de los demás enriquecen la nuestra. Mala por que está probado que uno puede leer mucho, muchísimo y, velado por sus propios pre-juicios, no entender nada y aprender aún menos.
Por eso hay que recibir cualquier nuevo estudio sobre la obra de un autor -sobre todo si es tan inmensa como la de Galdós- que nos enseñe a mirar de otra manera, a destacar aquello que nosotros habíamos pasado por alto, a volver a leer y, atendiendo a esos detalles, comprender algo mejor la intención del autor (o en algunos casos, la aviesa o equivocada intención del intérprete).
En este en particular se tratan claro los personajes de Galdós aquejados de diversas enfermedades mentales, al menos tal y como se entendían en su época. También se destaca el interés del autor por los temas médicos, que refleja a lo largo de su obra.
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