Y que, por supuesto, es una tragedia. Al menos desde nuestro lado.
El Teatro nació como una representación SAGRADA de los Mitos. Esto es, era el equivalente a cuando nosotros íbamos a misa. O más bien, al revés.
Como ocurre con todas las manifestaciones y representaciones de lo Sagrado, en algún punto se perdió la tradición, se olvidaron los símbolos, se tergiversaron, se malinterpretaron las historias, etc, etc, etc...
Ocurre en todas partes, pero no hay que lamentarse, pues de igual manera "Shiva se manifiesta" de nuevo en una nueva expresión, un nuevo medio, una nueva versión.
Pero son magníficos repasos como estos a las diferentes manifestaciones de la tradición Hermética los que nos ayudan a re-descubrir el significado original de aquellos mitos y, a través de ellos, el de las posteriores manifestaciones.
Y con esas historias, nos comprendemos a nosotros mismos, actores principales del drama de nuestras vidas.
Imaginen un momento que -como ocurre ya con los alumnos de Secundaria- no saben ustedes quien es JESUCRISTO.
Ahora, intenten descifrar nuestra cultura: historia, arte, pensamiento, etc...
Imposible, ¿cierto?
¡Pues lo mismo ocurre si no saben quien es DIONISOS! Que, para que ustedes lo comprendan, es la versión "original" de Cristo, o Cristo la versión "domesticada" de Dionisos.
Las tragedias griegas se representaban en su honor, como una expresión de los MISTERIOS, y por supuesto hubieron muchos autores que continuaron, de manera más o menos velada, consciente o inconsciente, esta tradición.
Así, el libro recorre el teatro medieval, el Isabelino con Shakespeare, y por supuesto nuestros mitológicos autores del Siglo de Oro o incluso el Don Juan de Zorrilla fueron creados como expresión de estas antiguas verdades universales.
Una gran introducción a todo este pensamiento, que recoger docenas de citas de otros autores sobre las diferentes ideas y que está profusa y bellamente ilustrado.
No crean que se trata de algo complicado: En el fondo es muy sencillo una vez que uno asume que es el mismo el dionisiaco asno de Sileno, que el de Jesucristo, que el de Sancho Panza, que el de Shakespeare y hasta el de Pinocho.
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