Según han pasado los años y los avatares -los de la vida y los de las formas que adoptamos para navegar por ella-, el autor comienza a contemplarla ya por el retrovisor, añorando a los amigos ausentes y los amores perdidos, que dijo Gaiman, en medio de una "Estación de Nieblas" en donde solo dioses y héroes alivian la ansiedad de su confinamiento, uno que, fuera del Paraíso, se extiende entre la vida y la muerte.
A Luis Alberto le pasa un poco como a Indiana Jones ante las pruebas para alcanzar el Grial: Sabe de sobra que, en latín, "Jehová comienza por I", pero se empeña en pisar la "J", asomándose al abismo de la Caída.
Es el derecho del poeta; ¡quizás por eso los prohibió Platón!
Defiende, como siempre, la ficción, la Literatura y los Mitos como consuelo en nuestro exilio en este Valle de Lágrimas, pero no atina a leer en ellos, más que consuelo, ESPERANZA.
No necesita el hombre triunfar sobre la Muerte descubriendo tras ella que si, que es inmortal, sino inventando -o intuyendo, quizás recordando- ese mismo final feliz ya en vida, enseñándole -con Pascal- el dedo corazón al Universo que lo aplasta.
Aún cuando nos aguardase un infierno infinito -si es que se puede agravar el que ahora, con el autor, atravesamos- seguiríamos diciendo al Dios menor que nos concibió, que esa historia -como el nombre de Jehová- esta mal escrita.
Puesto que, lleno de fervor escolar, nada y guarda la ropa, e incluye un par de poemas a la Virgen, intuimos que algo de esperanza inconfesable aún queda en ese niño con el que nadie jugaba.
Mientras que permanecemos, con Tanhausser, en el Venusberg, además de la Virgen, hay otras figuras femeninas a las que cantar poemas de amor y erotismo, que abundan en el volumen y que se nos antojan la piel de cordero bajo que aún aulla aquel lobo que cantaba Gurruchaga.
Y de los Mitos del Génesis pasamos a los de Troya, en el fondo los mismos, pues tanto Eneas como Adán dejan tras de si el viejo muro de llamas.
Sin necesidad de los libritos de Campbell, Virgilio supo leer y emular a Homero, y seguir el Camino del Héroe pisando todas las letras correctas.
Ese es el camino recto -que dijo Tolkien- que le deseamos al autor... ¡cuando se canse de raptar Sabinas!
P.S.: Me comenta el autor que se ha agotado ya esta edición Palabra de Honor pero que el libro se editará ahora en la colección negra de Visor. ¡No la dejen pasar!
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