Y lo celebramos por todo lo alto, pues como acostumbro al recordar, no exite un equivalente americano, y en eso somos muy agraciados.
¡Gracias a los 4 redactores y a Dolmen por editarlo!
El libro repasa no solo la serie principal, sino todas las derivadas protagonizadas por los personajes y demás allegados, ofreciendo datos sobre los creadores, editores, personajes y por supuesto las historias que se han ido sucediendo en estas seis décadas.
Además incorporan certeramente cualquier explotación de la franquicia en otros medios (dibujos animados, cine, etc...).
Un completo repaso cuya lectura es una excelente manera de celebrar este aniversario, y no puedo recomendar su compra más fervientemente.
Luego claro, dentro de su amplísimo contenido, pues ya cada cual encontrará que tal o cual etapa ha sido tratada o no de acuerdo a los gustos de cada quien.
Me ha chocado la posición "imparcial" que a la vez cita a los Challengers de Kirby como antecedente de los Fantastic Four para luego dedicar muchas páginas y citas a la famosa sinopsis del nº 1 de Stan Lee y lo que el "creó".
Si es de Stan Lee, desde luego no la escribió antes del nº 1...¡a menos que el fuera ávido lector de CHALLENGERS!
Pero quizás mi sorpresa más grande ha sido encontrar una ardiente defensa de la etapa de Chris Claremont, cuando cualquiera que haya tenido la desgracia de sufrirla sabe que no solo es la peor de seis décadas, sino que es absolutamente incomprensible, en buena parte debido a su plasmación gráfica por parte de cierto artista dado a amenazar con demandas a sus críticos.
¡Ahora estará muy tranquilo, por que críticos YA NO QUEDAN, véase la muestra! ;-P
Hay también en el libro una tendencia -general del periodismos especializado- de remontar hasta la más casual decisión creativa a los más altos mandos de la editorial o su conglomerado empresarial, en una especie de competición por demostrar quien conoce más nombres de ejecutivos y jugosos detalles de sus amenudo caprichosas decisiones.
Pienso que este es un enfoque que bien puede resultar al lector ocasional tan intrascendente y monótono como a un servidor, que no lo es, y en su lugar se echa de menos una mayor análisis del significado de las historias, no solo ya del resumen de sus argumentos.
Lo hemos visto con la fiebre por descubrir "easter eggs" en los trailers de Marvel: Saber de superhéroes no es saber de donde viene la bomba de Green Goblin, ni la obra ha de evaluarse atendiendo a la cantidad de los mismos.
Se tiende cada vez más a coger el rábano por las hojas. Si los superhéroes se han hecho globales no es por sus detalles ni trending topics, sino por contar HISTORIAS. ¡La Antimateria no nos deja ver la Zona Negativa...!
Aunque suponemos que para cada lector que comienza a seguir la serie la primera etapa que lee siempre causa la misma impresión que en nosotros hiciera la de John Byrne, lo cierto es que, en el caso de esta serie, parece que hasta los más complacientes redactores vienen a convenir en que la cosa ha ido cuesta abajo desde entonces, con sucesivas etapas que, salvo por contados conceptos, acaban siendo tan intrascendentes como las del interín entre Kirby -y Lee- y Byrne.
Y cuando han regresado, ay, ni siquiera nuestro respetado y admirado Dan Slott ha sabido darles en el tranquillo, y aunque lo hiciera, el baile de artistas hubiese saboteado cualquier logro.
Decía Mark Waid -con bastante mala baba, sobre una etapa anterior- que los Fantastic Four no es una serie en la que Diablo vuelve a atacar por enésima vez, y que cada mes nuevos conceptos y amenazas deben ser presentados.
Alcanzar esa originalidad en un mundo donde los superhéroes son ubicuos es quizás la más difícil de las labores. Andamos cortos de Kirbys, y el concepto aguarda -ya como todos los demás- al próximo REY que los sepa sacar de su letargo.
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