martes, 20 de julio de 2021

ARQUEOLOGÍA BÍBLICA, POR PEDRO CABELLO: EN BUSCA DEL ISRAEL PERDIDO

Tras lo bien que me lo pasé con sus explicaciones sobre la colección de libros que llamamos Biblia, no quería dejar de leer y reseñar este libro que con anterioridad había publicado el Padre Cabello, que nos vendría muy bien que fuese más popular que otros curas televisivos de hoy en día. 

Con su estilo socarrón no solo vuelve a repasar la Biblia, esta vez en lo que concierne a cómo refleja la historia de Israel, sino que nos deslumbra con sus amplios, profundos, detallados y hasta minuciosos conocimientos sobre toda la Arqueología del Medio Oriente.
      

Quizás la parte más importante del libro es la que se dedica a dilucidar la cuestión de cuanta HISTORIA hay en los relatos Bíblicos, un debate surgido a partir del siglo XVIII cuando el descubrimiento de textos babilónicos ANTERIORES comienza a cuestionar la originalidad de los hebreos y el libro pasa progresivamente de "estar escrito por el dedo flamígero de Dios" (usando a Moisés y seguidores para materializar una crónica ABSOLUTA E INDISCUTIBLE del mundo) a ser, claro, un conjunto de textos literarios y religiosos de muy diferente procedencia, con muy diferentes intenciones, absolutamente parciales en ocasiones, imposibles de todo punto en sus más cruciales momentos y, lo más importante, MUY POSTERIORES a las fechas que originalmente se les atribuían.

Y con autores solamente humanos, demasiado humanos.
    

Frente a esto, se acaban dilucidando dos o tres posiciones: la que sigue creyendo que el texto, inspirado por Dios refleja punto por punto eventos que realmente han ocurrido. Son los que se ponen a escavar en el Tabor buscando los restos del Arca de Noé.

Y otra, la escéptica o científica que en resumen piensa que son literatura, ficción, y que por lo tanto cualquier parecido con la realidad histórica es PURA COINCIDENCIA. 

Entre las dos hay otras posturas que opinan que, dependiendo del texto, habrá más o menos presencia o influencia de eventos históricos reales. Evidentemente, hay más historia en Macabeos que en el Génesis.
   

Aunque el autor, demostrando actitud científica, reconoce claro que no todo lo que sale en la Biblia ha ocurrido, la estructura del libro repasa los eventos Bíblicos, Diluvio incluido, empeñado en casarlos con tal o cual descubrimiento o interpretación del mismo. 

Así, nos ilustra largamente sobre "pruebas" de la presencia de Judíos en Egipto, algo tan estéril como ponerse a buscar entre rebaños de cerdos a ver si encontramos restos de las algarrobas que se comió el HIJO PRÓDIGO antes de regresar a su país de origen. 

Prueba fáctica de que los católicos, aún los más ilustrados, no acaban de comprender que los relatos bíblicos son MITOS -parábolas, si se quiere llamarlos así- y no deben nunca contrastarse con nada histórico, más allá de nuestras propias vidas, que es a lo que siempre se refieren.
     

Comprobarán pues los lectores, que el Rey Salomón no es más que el correspondiente "Rey Arturo" de los judíos. Y antes encontraremos las torres de Camelot que los restos de un templo que nunca existió fuera de los relatos. Y su "Reina de Saba" es tan fantásticas como los personajes que luego inspirase: la Ayesha de Haggar o la Galadriel de Tolkien.

Idénticamente, de David y su casa solo existe una pequeña mención del nombre. Probablemente, el tal David y su casa pudieran ser un mero refugio de pastores.
   

Y así hasta llegar a los Macabeos, en donde lo más interesante es comprobar que, ya entonces, la sociedad israelita estaba totalmente HELENIZADA, lo que facilitaría que, tras la destrucción de Jerusalen y el fracaso de su Jehová para defenderlos de los Romanos, una nueva interpretación de sus mitos surgiera, mezclándolos con los de los griegos, en unos textos que denominamos EVANGELIOS.
     

Interesantísimo desde el punto de vista de la Arqueología, el libro decepcionará terriblemente a aquellos que, como yo digo, sigan queriendo hacer compota con la manzana del árbol del Bien y del Mal. 

Hay que leerlo, para darse cuenta de que en la Biblia, de historia, poco o nada, y la que hay está allí no como crónica sino con otro significado. 

Se equivoca mi tocayo cuando dice que "La Biblia no es El Señor de Los Anillos" (esto es, no es una fantasía inventada de la nada): 

Precisamente para eso, Pedro, escribió Tolkien sus libros: Para que fueran "la Biblia" sin que los mitos tuviesen parte alguna de HISTORIA, que ni falta que les hace. 

Dejen, por lo tanto, de una vez, de buscar "restos de los Hobbits" alrededor de Oxfordshire. ¡Gracias!

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