Juan Luis Sánchez, crítico de cine y autor de muchos otros volúmenes de esta serie dedica este a esa brillante idea que -consideramos- la falta de otras mejores ha acabado convirtiendo en franquicia.
La histórica cinta original, a pesar de contar lo que vendría a ser el enfrentamiento de una "caballera" con un "dragón", con sus miedos o su lado oscuro si queremos analizarla psicológicamente, fue una revolución en la Ciencia Ficción, por la simple idea de plantear un relato que no transcurría en una batalla entre imperios galácticos sino en un carguero espacial.
Escribiendo esto me doy cuenta que, seguramente, si consideramos el papel de Fassbender en Covenant, con su capa y rodeado de sus "criaturas de la noche", la idea probablemente viene de versionar en CF el trayecto de Drácula en el barco Demeter, donde se va alimentando uno a uno de la tripulación hasta que no queda NADIE.
Debemos confesar que, aunque en su día vimos las secuelas, entretenidas más como cine de acción que otra cosa, y luego nos reenganchamos como Prometheus, ese mito simplón del extraterrestre adámico o luciférico de cuyo cadaver -como el Ymir de los mitos nórdicos- surge nuestra vida, no nos impresionó.
Y ya, de la última secuela, por los comentarios leídos, declinamos verla. Aunque no falta quien la considera un retorno a la grandeza. Aliens, o Predators más que historias son ya modos de hacer dinero de Fox/Disney, y por eso seguirán ahí mientras los espectadores aguanten y un poquito más.
Solo hace falta ver como en la actualidad poseen series propias de cómics y hasta cruzan sus caminos con los personajes Marvel para entender que, si en su momento te causaron suficiente impresión, como con los spin-off de Star Wars, hay cuerda para rato.
Nosotros nos quedamos con ese juego original del gato y el ratón en el que, lanza fuegos en mano, cuando el monstruo cree tener a su víctima acorralada, descubre muy a su pesar que es el cazador cazado.
Ummm.... ¿Donde he puesto yo el Black Bird?
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