No se ya si se trata de sincronicidades o la inocentada más costosa de la historia, pero como sabrán nuestros lectores habituales, me encuentro crecientemente identificado con las contadas películas que puedo ver hoy en día.
En este caso, tratándose de la segunda cinta dirigida por David Galán, es hasta cierto punto lógico, pues aunque yo no sea rapero, es mucho lo que comparto con mi querido amigo.
Pero seguro que cualquiera que tenga una pasión artística y que se sienta incomprendido por familia y amigos, que "amablemente" lo animan a dejarse ya de tonterías y sumergirse en esa "vida real" se identificará con el personaje de Julián López (mi paisano, del pueblo de al lado) Elpho-K -¡además, Elfo!-, un rapero "de pro" que ha conseguido -más o menos- eludir las responsabilidades propias de la edad madura arropado por su familia y amigos (uno que le queda, interpretado magistralmente por Raúl Cimas).
Cuando su abuelo -Manuel Galiana, con quien compartí edificio una temporadita- lo invite a abandonar su "Rapcueva", el rapero regresará a la dura realidad encarnada por su padre -Antonio Resines, ya actor fetiche del director-, que en una clara devaluación narcisista lo compara con su exitoso hermano, una suerte de "triunfito" de una exitosa sola canción al que da vida Adrián Lastra.
Una apuesta con su padre lo devolverá a la Universidad donde se reencontrará con su amor adolescente, ahora profesora, y con una nueva generación de alumnos para los que es un abuelito pasado de moda.
De la relación con estos compañeros, los que lo apoyan y los que lo apuñalan, trata la película, llena de cameos de grandes actores (Miguel Rellán, Alberto San Juan, Jorge Sanz, etc...).
Los aficionados al Rap encontrarán todo un nuevo nivel de referencias, pero la verdad es que no es necesario ser experto para disfrutar una comedia -musical- que en el fondo trata de algo tan universal como perseguir los sueños, ser buena persona y aguantar el temporal de una sociedad que no está hecha para "viejos", ni para artistas, ni para Peter Pans.
Hacia el final de la película hay otras muchas referencias que también han resonado con nuestras circunstancias actuales pero permitirnos no entrar en ellas.
Solo podemos decir que tiene el final perfecto con el que siempre hemos soñado y que, tras un nuevo éxito, estamos con David Galán "hasta que el Gran Cthulhu disuelva este plano de realidad".
Lo cual, si de la frecuencia en las sincronicidades dependiese, debería ocurrir INMINENTEMENTE.
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