martes, 30 de enero de 2024

LOS CIRCOS DE NUESTRA INFANCIA, POR J.J. MONTIJANO: CUANDO TODOS ESTÁBAMOS "¡BIEEEN!"

Hablando de las herencias clásicas de nuestra cultura, una de ellas, particularmente siniestra en sus orígenes es, claro, el Circo. 

 De comerse a los cristianos -que para como ha terminado la cosa, igual hubiese sido bueno que se los comieran a todos-, los leones y demás fieras han pasado a ser domadas por Ángel Cristo, al que también le dieron algún zarpazo. ¡Pero como decían los toreros de las cornadas, "más da la vida"!
   

Nosotros mismos recordamos asistir a un espectáculo del Circo Ruso dentro del Palacio de los Deportes, donde el domador, en su zenith aparecía en una plataforma móvil a las riendas de una cuádriga. 

 Inquietantemente, la trágica vida de la familia Cristo y la mediática de su esposa Bárbara y sus retoños nos muestra, también por herencia clásica como esa Edad Dorada que cantaba Hesiodo ha acabado siendo de hierro, plomo y barro.

 
El circo ha sabido afortunadamente reinventarse y existen ahora algunos que homenajean sus orígenes y se centran en las actuaciones de clowns, ilusionistas y demás artistas, entonces ambulantes -en Madrid pueden seguir disfrutándose dentro del actual Circo Price-, reproduciendo con elegancia y cariño la magia que los niños del siglo pasado y anterior sentían al dirigirse a las carpas, después de haber descubierto los coloridos carteles en su ciudad o aquellos pases gratuitos tan disputados. 

Otras producciones como las espectaculares del Cirque Du Soleil tiran por lo acrobático y musical, y también pudimos asistir a otra en el Palacio de los Deportes, nuestro último encuentro con una magia ya desvanecida.
   

Montijano recorre todos los grandes circos que, fijos como el Price o el mítico de la Ciudad de los Muchachos -cuyas galas veíamos por televisión en Navidades, junto a las americanas, a tres pistas del Ringling Bros & Barnum & Baileys-, una arcadia juvenil -o así nos la pintaban en los reportajes televisivos- donde muchos jóvenes encontraron, gracias a ese émulo de Spencer Tracy en Forja de Hombres un lugar en el mundo. 

 ¡Quien no se emociona recordando el momento en que el sacerdote que interpreta en la película, se quita el alzacuellos, dispuesto a defender a sus chicos a puñetazos! 

Ah, pero no todos los chicos sin suerte cuentan por desgracia con tan aguerrido y puntual defensor...
   

Por supuesto, no faltan en el libro la saga de la Familia Aragón, que descubro ahora que se originó en Granada, en la Acera del Darro, y a lomos de un caballo y una bella amazona. 

¡Y también con seminarista por medio, aunque este colgase los hábitos para acabar vistiendo el pulco traje del Clown! 

 De los payasos de la Tele, como las dos caras de la moneda, nos queda, además de la triste memoria de la muerte de Fofó, el éxito mediatico y creativo de Emilio Aragón "Milikito", que hace mucho dejó su cencerro, y ese ejemplo de payaso triste, de los que esconden sus penas bajo maquillaje, que es Fofito.
    

Los Hermanos Tonetti -también un circo con final trágico, como en las grandes películas americanas- y una miriada de Circos que cruzasen la península, con sus artistas de nombres extranjeros y rimbombantes epítetos, todos aparecen en este volumen. 
 
Con las prohibiciones sobre el uso de animales en las pistas, y la invasión de los personajes de Cine, TV e incluso animación, los circos comenzaron a desvanecerse en la niebla del pasado perdiendo ya en nuestros años mozos su atractivo y espíritu. 

Es hora de guardar la carpa y dirigirse a ese siempre incierto futuro, confinando la magia del Circo a las memorias de nuestra infancia. 

 A esos finales, que hoy nos tienen con una lagrimita en el ojo, homenajeamos con la mismísima jefa de James Bond que añade un toque de tragedia shakespiriana al final de una historia de amor y desencuentros.

 

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