Ha sido protagonista de doce adaptaciones.
La presente película es una adaptación de la novela The Black-Eyed Blonde (2014), por John Banville.
La desaparición del amante de una joven, hija de una retirada actriz de Hollywood con quien esta mantiene una conflictiva relación materno-filial, conducirá al detective al exclusivo Corbata Club, en realidad un prostíbulo de lujo que por supuesto encierra toda suerte de secretos.
De todos los grandes actores que han interpretado a Marlowe, tenemos dudas de que Liam Neeson sea el mejor.
A pesar de transcurrir en 1939, con la inminente guerra en ciernes, nos presenta a un Marlowe cerca de la jubilación, crepuscular y de vuelta de todo.
Neeson, de tantas pelis de acción rescatando a su hija, a su sobrina y a la vecina del 4º B de sus secuestradores no está ya para muchos trotes, y a parte de conducir y las palizas de rigor -y beberse los wiskies, también de rigor- poco hace en esta cinta.
Los escenarios y el ambiente de Los Ángeles, con su industria del cine y todo lo que esta ocultaba -y oculta- muy logrados, pero hasta el más ocasional de los secundarios acaba robándole la escena a este "sabueso" con cara de palo.
Jessica Lange, Allan Cumming, Danny Huston o Colm Meany van complementando ese perfecto escenario Noir.
Pero nuestro problema no es con sus interpretaciones ni la ambientación, sino con la estructura del argumento.
Exactamente igual que el Batman de Matt Reeves, la labor DETECTIVESCA de este Marlowe es muy cercana a CERO: Entre paliza y paliza, el detective -de nombre- lo único que hace es acudir a las citas con los secundarios que indefectiblemente lo refieren al siguiente personaje, y así, el caso se soluciona solito, POR LO QUE LE REVELAN CADA UNO DE LOS PERSONAJES, no por que el elija, razone, infiera o adivine.
El mensaje, en los años 30 y ahora, es que aquellos con poder están fuera del alcance de una Ley que ellos mismos han creado con sus "trampas".
Solo por recordar eso, si merece la pena verla.
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