martes, 9 de mayo de 2023

DE BEOWULF A BOMBADIL: LA NATURALEZA EN LA LITERATURA FANTÁSTICA BRITÁNICA, POR MARTIN SIMONSON

En una obra tan monumental como la de Tolkien confluyen un sin número de tradiciones literarias, estéticas, simbólicas y espirituales. 

Este nuevo ensayo del Prof. Simonson se centra en un análisis cronológico del papel de la Naturaleza en una serie de obras que no solo fueron en su mayoría influencia directa de la del de Oxford, sino incluso estudiadas, traducidas y enseñadas por el.
    

Aunque el Rey Gilgamesh vivía en una ciudad amurallada, es de la Naturaleza de la que proviene su amigo Enkidu, un paraíso del que es expulsado al ser el salvaje iniciado en el sexo, allí entendido como factor civilizatorio (y lo es, el sexo humano, en tanto que separado de la función reproductiva, es cultura. 

Desde el Jardín del Edén la naturaleza -como salvaje y desconocida- es el lugar de la aventura, o una zona liminal que permite pasar desde nuestro mundo al Otro, siguiendo aquellos "senderos escondidos" a los que aludía Tolkien, cruzando enbrabecidos mares o alcanzando el paradisiaco país de los elfos.
    


El bosque es también lugar de refugio, para Blancanieves o Siglinde, más allá de los Gigantes que habitan en las montañas que rodean -y protegen- Midgard.

Así, el primer texto en inglés antiguo, Beowulf, nos traslada al lejano norte, a los nocturnos ataques del ogro Grendel y al envenenado lago poblado de peligrosas criaturas fantásticas donde su madre se refugia. 

En la segunda parte, el héroe también deberá abandonar su reino y adentrarse en la naturaleza para enfrentar al dragón que lo acosa.
   

De ahí pasamos a los romances artúricos, con un interesante estudio de Sir Orfeo. Como su nombre indica, el caballero no es más que una versión del héroe griego, cuya amada en lugar de descender al Hades es raptada por el Rey de Fantasía que aparece liderando su legendaria Cacería Salvaje, y cuyos cuernos de caza resuenan entre los árboles. 

Un libro fundamental para entender luego los temas órficos en Tolkien: el rescate por parte de Beren y Luthien del Silmaril, penetrando en la fortaleza de Morgoth y el posterior canto de esta ante Mandos para resucitar a su amado. El arpa de Finrod es también la de Orfeo, aquí desdoblado en dos personajes.


La peregrinación de Sir Gawain hasta la Capilla Verde es otro ejemplo de cómo ese "país desconocido" y lleno de bestias fantásticas y obstáculos naturales representa, por supuesto, una iniciación y búsqueda interior, hasta la escenificación de la aniquilación del yo y sus deseos, como magistralmente mostraba la reciente película de David Lowery.


En la literatura Gótica del Wallpole o Lewis la naturaleza se vuelve oscura y siniestra, con sus cuevas, sus lunas, sus murciélagos y lechuzas en las ruinas de los castillos. 

 La naturaleza reclama los restos de civilización que sin embargo permanece ahí, como símbolo de grandezas pasadas.
     

El periodo Eduardiano está aquí ejemplificado por las cruciales obras de William Morris que recuperó los escenarios medievales idealizados y el simbolismo espiritual que encerraban.
     

Las selváticas aventuras de Conan Doyle y Haggard en sus respectivos Mundos Perdidos también fueron una inmensa influencia en Tolkien, particularmente este último, aunque las monturas aladas de los Nazgul seguramente proceden de cierta perdida meseta sudamericana.
       

Y así llegamos al Bosque Perdido, frontera del mundo conocido y naturaleza salvaje amenazante. 

Muy bien traída la influencia de Los Sauces de Blackwood para el Hombre Sauce que atrapa a los Hobbits. 

El Reino de Bombadil, lo sabemos por el anterior ensayo, es uno de los rincones favoritos de Tierra Media para el autor.
     

Finalmente se traza la inspiración en las islas célticas paradisiacas -Avalon, Tyr Na Nog, Saint Brendan, etc...- del Valinor Tolkieniano. Tanto unas como otras, herederas de la Ítaca de Ulises.



Pero sin duda, nuestro descubrimiento favorito ha sido la mención de Cornualles como el lugar donde Tolkien vio al Lucero del Alba y, recordando el poema de Cynewulf, concibió el origen del Legendarium como el viaje de Earendel, basándose en esa cita sobre "el más brillante de los Ángeles, enviado a la Tierra Media", según revela John Garth. 

 Y es que, si no tenemos tiempo para leer todos los ensayos sobre el autor, viene muy bien leer los de quienes los han leído.

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