Lo primero es agradecer a DOLMEN la magnífica edición, completa y en orden de publicación del personaje que Carlos Trillo y Enrique Breccia crearon en 1977 para la revista SKORPIO en Argentina.
Por la belleza gráfica de sus páginas. Por la maestría y variedad de enfoque de sus historias cortas -algo que requiere dominar la escritura de manera milimétrica-, por el mágico y legendario ambiente de aventuras en las recién conquistadas tierras del Nuevo Mundo y por unos personajes de admiran por su simpleza, diseño y caracterización.
Tocado de imponente sombrero, capa y espada, es en muchas historias solo el catalizador de estas, apareciendo como el Wanderer de los Mitos Nórdicos para ser testigo o provocar con unas simples palabras que sean las propias pasiones de los malvados los que les conduzcan a un fin tan cruel como ellos han sido en vida.
Buscadores de tesoros, vengadores de honores perdidos, enfermos que buscan legendarios remedios, esclavistas o aquellos que simplemente persiguen dar satisfacción a sus deseos sexuales sin más miramientos, acaban todos, por intermediación del honorable mestizo, sufriendo finales llenos de justicia poética.
Una que a pesar de llamarse así, nosotros creemos que no deja de existir en este mundo, aunque obre de maneras más sutíles.
Ya lo digo Samaniego: Los Humanos corazones perecen en las prisiones del vicio que los domina.
Ayudado por un letal y divertido indígena, su "sidekick" Tihijo, profundo conocedor del género humano, su arquetipo nos recuerda al Hombre Sin Nombre de Eastwood, al noble Capitán Alatriste o hasta a ese montaráz que aguarda a los hobbits encapuchado en un rincón de la Taberna de Bree.
Ayudado por un letal y divertido indígena, su "sidekick" Tihijo, profundo conocedor del género humano, su arquetipo nos recuerda al Hombre Sin Nombre de Eastwood, al noble Capitán Alatriste o hasta a ese montaráz que aguarda a los hobbits encapuchado en un rincón de la Taberna de Bree.
Como ellos, es un recuerdo de que, por muchos enemigos que nos rodeen, no todo está perdido. Tenemos sutiles, discretos y hasta invisibles defensores que nos protegen.
Mitad fantástico, mitad histórico, ahora que se habla tanto del valor educativo de los cómics este es uno que deberían leer todos los alumnos de secundaria.
Alegato antirracista, como denota la naturaleza mixta del protagonista, quien es la mezcla de lo mejor de dos mundos. Reivindicación de las culturas indígenas y, sobre todo, denuncia de los futíles fines que la humanidad persiguió y persigue, y como estos solo pueden acabar en sufrimiento, muerte y desesperación.
Decir que es un trabajo que dignifica a los cómics es algo de perogrullo. Diremos pues que dignifica a quienes lo lean y lo comprendan, y que a sus autores los encumbra a un Olimpo más alto que el Machu-Pichu.
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