Sin desmerecer a los demás, el que da título a la recopilación destaca por méritos propios.
Primero, por que es uno de los dos que ilustra Russell.
Durante la aventura una de las protagonistas del relato resalta que la Literatura "infantil" (un invento victoriano, empeñado en sanear los viejos y a menudo tremebundos cuentos populares) es, de alguna manera, la única importante, pues de manera sutil, imperceptible para la inmadurez de los niños, trama nuestra visión del mundo.
Dejando de lado Leones, Brujas, Faunos y demás fauna fantástica, a Lewis no se le ocurrió otra cosa que enviar al cielo a todos los niños de Narnia...menos a una de las hermanas, a Susan.
Así que Gaiman escribe una suerte de epílogo a la saga, uno para adultos, y en donde finalmente hace algo de justicia al desdichado personaje, además de llamar la atención de los padres para que sus hijos no hereden esa fea costumbre que choca de frente con la máxima evangélica: "NO JUZGUÉIS, Y NO SERÉIS JUZGADOS".
Primero, por que es uno de los dos que ilustra Russell.
Segundo, por que en el Neil Gaiman hace un maduro ajuste de cuentas con uno de sus autores favoritos de niño: C. S. Lewis y sus Crónicas de Narnia, en concreto, la conclusión de las mismas en el volumen final: "La última batalla".
Durante la aventura una de las protagonistas del relato resalta que la Literatura "infantil" (un invento victoriano, empeñado en sanear los viejos y a menudo tremebundos cuentos populares) es, de alguna manera, la única importante, pues de manera sutil, imperceptible para la inmadurez de los niños, trama nuestra visión del mundo.
Y a menudo, lo hace basándose en unos prejuicios de autores que, si sabían algo del mundo real, estaba circunscrito a unas coordenadas espacio/temporales personalísimas e intransferibles.
Dejando de lado Leones, Brujas, Faunos y demás fauna fantástica, a Lewis no se le ocurrió otra cosa que enviar al cielo a todos los niños de Narnia...menos a una de las hermanas, a Susan.
Por que se había hecho mayor, y era un poquito fiestera, y le gustaba ponerse medias con brillo.
Obsérvese la candidez del autor en cuanto a qué clase de faltas puede cometer el ser humano para perder la Gloria y la Eternidad.
Así que Gaiman escribe una suerte de epílogo a la saga, uno para adultos, y en donde finalmente hace algo de justicia al desdichado personaje, además de llamar la atención de los padres para que sus hijos no hereden esa fea costumbre que choca de frente con la máxima evangélica: "NO JUZGUÉIS, Y NO SERÉIS JUZGADOS".
En algún rincón del Infierno, el diablo Screwtape y su sobrino disfrutan mirando a un Clive Staples travestido, con carmín y medias brillantes, atrapado en una fiesta interminable.
CS era bastante pacato. Su "moral" era por así decirlo más eduardiana que victoriana, parecía "viejo" ya para su época (hoy, sin contextualizar demasiado, se disfruta si eres un crío pequeño, pero sino como que tienes que ser ya un poco carroza ... sorprendentemente han envejecido mucho mejor cosas como el Guillermito/Billy Bunter de Frank Richards o Los Cinco de Enyd Blyton, también para los más pequeños, pese a algún que otro comentario que ha envejecido mal sobre negros y gitanos en la serie más famosa de la Blyton).
ResponderEliminarVale que la serie literaria de Frank Richards tenía lo suyo también en reírse de extranjeros, caricaturizar (de forma que hoy consideraríamos racista) a otras etnias y arrastrar todavía comportamientos colonialistas. Pero era más fácil de tragar dado su planteamiento como sátira escolar (y aventurera, cuando salían de los límites del internado) de cabo a rabo en absolutamente todo (empezando por esa patética caricatura andante que era el propio Billy Bunter, un dechado de prejuicios, defectos de carácter y vicios mundanos😈...y aún así con sus ocasionales detalles tiernos o arranques de espontánea nobleza que le redimían temporalmente hasta que su naturaleza volvía a imponerse), frente a los seriales más "realistas" (si aceptabanos la premisa de pandas de niños detectives) de la Blyton y su cohorte de imitadores
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