Lo se por conocerlo y por que me ha contado como se dedicó en los setenta y ochenta a crear Bibliotecas para acercar a los jóvenes de la periferia madrileña a los libros -y alejarlos de otros "paraísos artificiales", que decía Baudelaire.
Con el don de la poesía desde adolescente, es ahora, en su quasi-serena madurez, cuando nos ofrece su primer libro de poemas, que confiesa haber tenido que reescribir en su gran mayoría.
Divididos en diferentes apartados, el autor vuelva en verso sin rima un sumatorio de su vida, de sus influencias -entre las que destaca a Miguel Hernández-, elogia la figura de la mujer -esposa, maestra, prostituta...-, su ideología -de "izquierdas", en las que se muestra tan combativo como herido o desilusionado-, su visión de este artificioso mundo, que antes se llamaba en mística oriental "Maya, la Ilusión", y que ahora, regido por la tecnología, apelamos como Matrix.
Pero sobre todo son poemas que llaman a la reflexión, a la toma de conciencia -no solo social, pues esa también ha sido y sigue siendo una siniestra "Matrix"- y al combate de aquellos poderes que buscan controlar, castrar o alimentarse de nuestras vidas, y que al menos en este plano y en nuestra realidad no tienen por que ser extraterrestres como en la película; son humanos, demasiado humanos.
Tras la lectura de los ochenta breves poemas no dudamos que, puesto que nos llegan y conmueven, este adorador de Apolo ha llegado en ellos a lo Universal, retratando certeramente el crucial, peligroso momento en que vivimos y a la vez reafirmando nuestra capacidad para cambiarlo, para cambiarnos, AHORA.
Comprendiendo de donde viene el autor, que ha vivido Dictadura, Transición, Democracia y la rápida involución de esta, entendemos que cierta incitación a la violencia se refiere estrictamente al ámbito de la lucha política.
Pero para llegar a lo verdaderamente Universal, esas diferencias ideológicas entre ricos y pobres, que tan torpemente han vuelto a desatar en nuestra sociedad horrores y divisiones olvidadas han de ser también superadas para alcanzar esa Arcadia perdida, poema con la que, clásica y esperanzadoramente, concluye este primer libro.
Ha de ser gozoso el pobre y compadecerse del rico, pues el carece del lastre espiritual que supone esa riqueza.
El autor, lejos de conformarse con el librito que tan exitosa y concurrida presentación disfrutó hace un mes, acompañado por los miembros de la editorial Graphiclassic, Luis Conde y Guillem Díez, tiene la intención ahora de reunir toda una ASAMBLEA DE POETAS, un nuevo "Parnasillo" madrileño cuya convocatoria aquí les adjuntamos.
Dar sentido a lo que no lo tiene, poner la música de las palabras a nuestras angustias y fracasos, esa es una labor realmente DIVINA y envidiable en la que Uriondo ha triunfado.
Lo coronamos de laureles entre danzas de ninfas y rijosos faunos, y le damos una iniciática bofetada para que aprenda el también que la Luz de Febo arroja rayos de todos los colores, no solo rojo o morado.
Solo uniéndolos se logra el BLANCO, ese que visten los Inmortales.
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