Y otro tanto se puede decir de la adorable labor de diseño, ambientación y narrativa de Mikel Bao.
Uno de esos pocos cómics que puede usar sin vergüenza el apelativo "NOVELA GRÁFICA", aunque solo sea por la cantidad de texto que encierra.
Admiro la devoción de Koldo a la vida y obra de Mark Twain y la manera en que mezcla la realidad y la ficción del autor en un todo sin costuras.
No me da la vida tiempo más que a seguir a un puñado de escritores y estudiar mínimamente sus obras, pero por ello soy un firme defensor de apurar el estudio de estos, de sus biografías, sus intereses, sus momentos oscuros y sus más inspiradas creaciones.
Si el escritor es realmente bueno, no me cabe duda que, como decíamos hace poco sobre el Prometeo de Esquilo, la literatura acaba siendo siempre Teología, intentando responder las últimas preguntas es lo que nos hace propiamente humanos.
Pero no se asusten los posibles lectores, con limpísimo y sintético estilo de Bao y los diferentes episodios de "biografía ficción" en que Koldo divide la narrativa, la novela gráfica es un agradable paseo que se puede disfrutar en breves capítulos por los que se dejan caer personajes tan pintorescos como Tesla o Bram Stoker, además de los diferentes demonios, de ficción y del alma, que persiguieron a Clemens, como a todos, en el fracaso y en el éxito.
Si la fama y la gloria tienen un precio, el lo pagó.
Un cómic entrañable y de hermoso diseño. Que ha funcionado bien (para lo habitual en el cómic español fuera de grandes nombres como Ibáñez, Jan, Carlos Giménez, Paco Roca, David Rubín, Santiago García, Díaz Canales, de Isusi y pocos más), pero merece mucho más (pena de país ...y de su "músculo editorial")
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