Gracias al buen hacer de un profesor de Instituto me sé un soneto de Quevedo y claro, está la de Tolkien, pero poco, muy poco más he leído.
Y si no se nos educa a tiempo sobre la belleza y revelación que solo puede darse en este estilo literario creceremos con el inevitable prejuicio de que la poesía es algo tan aburrido, elitista y hasta incomprensible como una ópera de Wagner.
Resulta que las óperas de Wagner en realidad son "la Star Wars del siglo XIX", y con la poesía pasa otro tanto o aún más.
Por eso los papás no deben dejar pasar este precioso libro ilustrado donde los jóvenes lectores -a lo que, misterios de la pedagogía, ahora enseñan a leer mucho más tarde que antes- puedan adentrarse no solo sin miedo sino de manera muy divertida en sus primeros poemas.
Por cierto que, viendo a estos animales, me he acordado de que yo también aprendí una de las fábulas de Samaniego: la que comienza con "A un panal de rica miel". Preciosa y sabia, pero de contenido muy poco infantil.
¡Ójala me hubiesen enseñado a tiempo todo su profundo significado, y no estaría yo "preso de patas" en tantos panales como estoy!
Así, si bien se examina,
los humanos corazones
perecen en las prisiones
del vicio que los domina.
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