martes, 15 de febrero de 2022

ANIMALES MUSICALES, POR PABLO PICYK

Nunca es tarde si la dicha es buena, pero hoy en día, cuando cae en mis manos uno de los libros de Poesía de Luis Alberto de Cuenca, me da pena no haber comenzado a leer poesía de pequeño. 

Gracias al buen hacer de un profesor de Instituto me sé un soneto de Quevedo y claro, está la de Tolkien, pero poco, muy poco más he leído.

 

Y si no se nos educa a tiempo sobre la belleza y revelación que solo puede darse en este estilo literario creceremos con el inevitable prejuicio de que la poesía es algo tan aburrido, elitista y hasta incomprensible como una ópera de Wagner. 

Resulta que las óperas de Wagner en realidad son "la Star Wars del siglo XIX", y con la poesía pasa otro tanto o aún más.
   

Por eso los papás no deben dejar pasar este precioso libro ilustrado donde los jóvenes lectores -a lo que, misterios de la pedagogía, ahora enseñan a leer mucho más tarde que antes- puedan adentrarse no solo sin miedo sino de manera muy divertida en sus primeros poemas.

   

Por cierto que, viendo a estos animales, me he acordado de que yo también aprendí una de las fábulas de Samaniego: la que comienza con "A un panal de rica miel". Preciosa y sabia, pero de contenido muy poco infantil.
   

¡Ójala me hubiesen enseñado a tiempo todo su profundo significado, y no estaría yo "preso de patas" en tantos panales como estoy!

Así, si bien se examina,

los humanos corazones

perecen en las prisiones

del vicio que los domina.

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