A un servidor, que ya lleva bastante leído y que ha acabado tan desencantado con su funcionamiento y productos actuales como el que más, le ha resultado una apasionante lectura, por que aún conociendo todos y cada uno de los pasos que nos han llevado hasta donde estamos, Reed Tucker les añade declaraciones actuales de todos los protagonistas, editores, autores, presidentes y propietarios que reflejan de manera diáfana y casi definitiva la evolución de los cómics de superhéroes en los últimos 60 años.
Habiéndome aficionado gracias a los cómics de Marvel, como casi todos en este país, y disfrutando de su -me temo, ya irrepetible- florecimiento en los años ochenta, no voy a esconder mi preferencia por los cómics DC.
Fundacionales durante la Edad de Oro, innovadores durante los sesenta, rompedores durante los ochenta, quizás esta preferencia se debe al inmenso potencial creativo de su Universo de personajes, uno aún no explotado hasta la fecha.
Y es que si algo deja claro el libro es que, desde que los cómics Marvel alcanzaron la relevancia, la Distinguida Competencia solo ha intentado CORRER DETRÁS de la Casa de las Ideas, sin alcanzarla nunca, como Aquiles a la tortuga.
Ahora vuelve a estar de moda echar por tierra los logros y contribución de Stan Lee como editor, pero quizás ese es el ejemplo arquetípico: ¡Que si, que ni creaba los personajes ni las historias tampoco! ¡Que solo "EDITABA", dialogando y organizando las historias, cuando le dejaban!
Pero cuando Kirby se pasó a DC en 1971, solo hace falta ver el terrible fracaso creativo -y aún más comercial- de sus cómics allí para saber QUE ES LO QUE HACÍA STAN LEE, y que es lo que DC nunca ha conseguido emular, a pesar de algunos de sus más certeros, curiosos y creativos intentos. Otros muchos editores lo han intentado y fracasado miserablemente.
A pesar de que el título parece querer resumir la batalla en ese símil futbolístico -o eres de Marvel, o de DC-, la realidad es que la historia depende mucho de las personas, sobre todo en un ámbito creativo.
Hemos disfrutado como enanos con los tejemanejes de personajes tan pintorescos, amados y odiados como Vinnie Colleta, de esos que desde su apariencia a modos y maneras dejan claro que en el fondo todo son "mafias", y la de los cómics solo es una más.
Por supuesto fue necesario que no solo guionistas y editores de Marvel pasasen a DC, sino también artistas como George Pérez para conseguir, veinte años más tarde, el primer cómic DC que podía tratarse de tú a tú con los de Marvel: El histórico NEW TEEN TITANS que desembocaría en el segundo reboot de la editorial con CRISIS ON INFINITE EARTHS.
Aún así, en esa persecución de un modo diferente de hacer cómics, DC abandonó entonces todo aquello que la hacía singular, convirtiéndose en una mala copia de Marvel, salvo en muy puntuales ocasiones en las que creadores conocedores de las verdaderas esencias de la editorial (Moore, Morrison, Gaiman, Robinson...) han sabido actualizarla sin ceñirse a los modelos creados por Stan Lee y sus muchos y fundamentales sucesores.
Según nos acercamos a la actualidad, el libro se torna más interesante, haciendo la crónica de los enloquecidos años noventa, donde ambas editoriales comienzan su decadencia por hacer lo propio: Intentar emular a los cómics de moda, en este caso, los de Image.
Y lo lograron y superaron, sobre todo en lo vacuo de las historias y lo horrible del dibujo.
La rivalidad y las puyas tocan techo con la llegada de Bill Jemas a Marvel y Dan Didio a DC, que casi se podría resumir en que ya no tratan de imitarse una a la otra, sino que tratan de hacer "WATCHMENS" todos los meses. Y fracasan, claro.
Desdeñados los puntuales intentos de renovación y corrección de rumbo, que ambas los han tenido, la cosa a degenerado en una HUÍDA HACIA ADELANTE y en un SÁLVESE QUIEN PUEDA en este último par de años.
DC se ve encerrada en un continuo ciclo de renovación que fracasa una y otra vez, y Marvel, reducida a una parodia de si misma, deja a la otra sin modelo a seguir.
La reducción del mercado que ha conllevado sus repetidos fracasos impide también que el renacimiento provenga del cómic independiente: por brillante que sea, ya no tiene impacto comercial alguno y no se puede emular.
Por desgracia el libro acaba con la llegada de Didio a DC, saltándose la jugosa crónica de esos últimos veinte años y como las locuras de uno han acabado con que el otro no tenga competencia alguna y por lo tanto no necesite mejorar para mantener su feudo.
Jim Lee triunfa al convertir a DC en una anacrónica copia de lo peor de Image y ahora talentos editoriales y creativos rehuyen a las majors como a la peste, aunque sus proyectos independientes ya no hay editoriales que los financie, véase las nuevas plataformas de crowdfunding, algo que hasta DC se ha atrevido a aplicar a algunos de sus títulos más recientes.
El capítulo final habla de la competencia en cine y televisión, donde tenemos más que claro quien es el ganador.
Y todo ello se debe aún a Stan Lee y al trabajo de aquellos autores fundacionales y sus certeros seguidores, hasta la Marvel de los ochenta con el inefable e irrepetible Jim Shooter.
El cine deja a los cómics como un subproducto invendible e innecesario y este libro termina así siendo la crónica de una muerte anunciada. Para renacer de sus cenizas, la industria nos tenemos, debe reinventarse desde cero.
¡COMENZANDO POR LIBRARSE DE TODOS LOS "VINNIE COLLETAS", que ahora, como no, abundan más que nunca, y han matado a la gallina por llevarse sus huevos de oro!
Por comentar una muy clara:
ResponderEliminar"desde que los cómics Marvel alcanzaron la relevancia, la Distinguida Competencia solo ha intentado CORRER DETRÁS de la Casa de las Ideas, sin alcanzarla nunca"
La revolcada ochentera post-Crisis fue antológica, Marvel se quedó completamente noqueada y sus cómics eran un truño comparados con los de DC durante esos años. Lo sé, yo iba al quiosco y me acuerdo perfectamente de lo que compraba (y había leído cómics Marvel durante todos los años anteriores). La ostia fue tal que incluso Shooter salió catapultado. Y luego llegaron los noventa y ya tal.
Al final todo son personas y negocios. Si contratas a gente con talento, tienes buenos cómics. Si tienes franquicias y no quieres problemas, tenemos salchichas, que es lo de ahora. Y ya está, no hay más.
Y en lo de Lee y Kirby ya no voy a entrar, pero el que acuñó el término Marvel Zombie lo clavó. Que sí, que a Stan Lee le gustaba mucho Thor. No raimonfonsequeis tanto, coñe.
Eso he dicho yo, que depende de las personas.
ResponderEliminarY aunque evidentemente los autores "robados" a Marvel hicieron buenos cómics en los 80 -la única manera de creer que el Superman de Byrne es bueno ES NO HABIENDO LEÍDO SUPERMAN, que es lo que nos pasó a tí y a mi- DC NUNCA CONSIGUIÓ TENER UN UNIVERSO EN CONDICIONES. Ni un Superman en condiciones, que a día de hoy sigue parcheado. En buena parte por culpa de los cambios de BYRNE.
ESO ES ASÍ, por que yo también los compré.
Los Vengadores COSTA OESTE podrán ser malos...PERO ERAN LOS VENGADORES. La Liga de Giffen no era la Liga, y por eso no puede haber universo, entre otras muchas más razones.
¿Entonces cuál es la diferencia decisiva entre los cómics que hacía DC antes y después del impacto de Marvel? Pregunto porque mi conocimiento empírico de las etapas más antiguas de DC es nulo.
ResponderEliminarYa que lo que es leerlas como tales, nunca tuve ni he tenido la oportunidad. Porque en México nunca trajeron en español casi nada previo a Crisis, ni cuando era niño y menos ahora. Seguramente Novaro trajo algunas de esas historias, pero no me consta a que etapas pertenecían concretamente y a mí ya no me tocó nada de eso, yo crecí con los cómics de Grupo Editorial Vid.
Problemas de continuidad aparte, si el Superman de Byrne está inspirado en el de Richard Donner, ¿Por qué no puede considerarse bueno? Digo, no creo que te refieras a problemas con la escritura. Y lo mismo con la Liga de Giffen. En serio, soy un total ignorante y me gustaría que ahondaras en esa cuestión porque me resulta un enigma.
Otro punto que creo que cabría destacar (o no sé, tal vez exagero) es que buena parte de los personajes de DC posteriores a su fundación, como Captain Atom y Captain Marvel, no son originales suyos, sólo los absorbieron de otras editoriales más pequeñas, y los usaron para crear buena parte de su "multiverso" o lo que por aquel entonces se entendía como tal. ¿No influyó eso en el rumbo que tomaron? Porque quizá no deberían haberlo hecho, como tampoco deberían haberse apropiado de los de Wildstorm.
Creo Jose Luis que no hay otra respuesta -breve-a tu pregunta que QUE LEAS LOS CÓMICS PRE-CRISIS.
ResponderEliminarNo se puede explicar la diferencia, aunque en el caso de SUPERMAN, se despreció todo lo que se conoce como su MITOLOGÍA DE LA SILVER AGE (el Superman editado por Weisinger). Lo de Byrne era como una versión ULTIMATE, espurgada y "Marvelizada". Y lo mismo pasó con docenas de personajes principales.
La Liga solo recuperaría su TONO (scope) cuando Morrison reinstauró a los 7 fundadores. Lo otro es un muy buen cómic, PERO NO ES LA LIGA.
Por último, asumir en un mismo universo a los personajes Charlton, Fawcett y Quality fue TERRIBLEMENTE ENRIQUECEDOR PARA TODOS.
Otro asunto ya es Wildstorm, que nació como un universo moderno propio y el uso de sus personajes en el Universo DC siempre será DEFECTUOSO Y APÓCRIFO comparado con sus HISTÓRICOS cómics originales.