En los últimos años he podido escuchas voces que se empeñan -algo muy de moda- en juzgar a la película con los criterios actuales de las modernas producciones.
Por supuesto provienen de espectadores adultos que no sabrán nunca lo que sentimos quienes las vimos con 8, 9, 10, 11, 12 años.
Son exactamente los mismos que, ante el detritus argumental de las nuevas películas de Star Wars no dejan de querer justificarlo señalando que "la primera trilogía también tiene fallos en el guión".
Como ya no se leen los Evangelios, se desconoce la elemental sabiduría que distingue la PAJA de la VIGA.
Por lo tanto, y aún cuando Luthor y Otis persistiesen como villanos cómicos -cómicos pero genocidas- el salto en el tratamiento del material solo es comparable con la elipsis de 2001: del hueso en el aire a la nave espacial.
Con la colaboración de los diferentes guionistas, es su mérito el haberse dado cuenta de que SUPERMAN NO ES UN CÓMIC, ES UN MITO.
Y no, estimados, no es "el de Moisés", este es solo una de las cientos de historias que se amoldan al arquetipo GNÓSTICO de el PRÍNCIPE EXILIADO DE SU REINO QUE RETORNARÁ.
O más en breve, del MITO UNIVERSAL DE LA CAÍDA DEL HOMBRE, del paraíso perdido de Krypton a la Tierra perseguido por un karma encarnado, no en la Furias de Orestes, sino en los Criminales de la Zona Fantasma, ese particular Infierno del Inconsciente ante el que nunca, nunca, nos debemos arrodillar.
Pero a pesar de esos símbolos eternos, que ya jugaban su papel en los cómics corresponde al director la brillantez de mostrar que el PADRE es igual que el HIJO, y que el hijo se ha escondido en el último lugar donde lo vayan a buscar sus enemigos, hasta que crezca para tener la fuerza, sabiduría y poder para enfrentarlos: La América de los años sesenta.
La película no triunfa cuando Superman levanta el vuelo, sino antes, en las bucólicas y realistas escenas de la granja de los Kent donde el héroe escucha por primera vez la llamada.
A pesar del genial lema, ya no creemos que UN HOMBRE PUEDA VOLAR, pero seguimos reconociéndonos llamados a algo más por esa -no binaria- puesta de sol en Smallville.
A ocultar con humildad nuestros dones.
A responder a la llamada del Destino.
A descubrir cual es nuestro verdadero origen.
A ser caballerosos con los más fieros enemigos.
A sacrificar lo que más queremos por amor.
A que SUPERMAN NO MATA, ni falta que le hace, por que es suficientemente inteligente como para engañar a sus enemigos y derrotarlos usando las propias ansias de poder de estos.
Del genio de Richard Donner quienes mejor pueden dar muestra han sido los posteriores fracasos, catastróficos, planos y hasta perversos de quienes han intentado tanto continuarlo como remedarlo.
No entienden a SUPERMAN. No como el.
Frente a quienes son incapaces de comprender esta visión, Donner ha dejado dos herederos fundamentales en el cómic de superhéroes actual -ya agotado, parece- y en el sanísimo cine.
Geoff Johns -que a estas horas no se ha manifestado aún sobre su mentor- y Kevin Feige, cuyas declaraciones adjunto.
¿Te emocionaste con la llegada de los Héroes en AVENGERS: ENDGAME...? ¡Dale las gracias a Richard Donner!
Y me enseñó a CREER. A creer que un hombre puede ser mejor.
Precioso alegato, Pedro. Un abrazo.
ResponderEliminarELEGÍA, los alegatos son para el juzgado.
ResponderEliminarGracias, otro para ti.
¡Magistral Pedro!
ResponderEliminarNada mas que agregar, solo leer y disfrutar.
Estupenda elegía, Pedro.
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