Se discute mucho sobre la utilidad de las aproximaciones biográficas a la hora de desentrañar la obra de un artista.
Pero para un fan, no cabe duda de que descubrir y atesorar aquellos momentos que marcaron y conformaron a la persona que admiramos es siempre un placer y en muchos casos una necesidad: queremos saberlo todo de ellos y, si fuese posible, asimilarnos tanto como podamos a nuestros ídolos.
No se trata precisamente del típico artista de color venido de ambientes marginales: Kenny, hijo de una actriz de TV que vivía en Hollywood y de un empresario televisivo judío, era un niño bien de doble herencia racial.
Saborea pues las alitas de pollo picante que le cocinaba su abuela, y fúmate con el el primer porro mientras descubres a Led Zeppelin.
Eso si, no lo imites en la parte en que robaba música en tiendas. Sobre todo, por que lo pillaron.
La forja de un revolucionario de la música, ahora disfrutable en silencio y blanco sobre negro.
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