martes, 8 de diciembre de 2020

EL TAXISTA ASESINO: DE RUS NOS MUESTRA EL FATAL DESTINO DE LOS LICENCIADOS EN FILOSOFÍA

Periodista, Columnista, Locutor De Radio (Sexto Continente), Editor (M.A.E y Ediciones Irreverentes), Miguel Ángel de Rus es quizás demasiadas cosas hoy en día como para que se conozcan todas y, particularmente que es un ASOMBROSO ESCRITOR. 

Les parecerá una tontería, pero lo primero que hay que decir es que este, su último libro -de muchos- de relatos más que leerse, se devora. 

El autor tiene la habilidad de escribir como una metralleta, y con cada genial sentencia solo te abre el apetito de leer la siguiente, y la otra, y un relato más.

 

Será que, como el protagonista del primer relato, que da título al libro, soy de la provincia de Albacete y licenciado en Filosofía -para buen empleo, o mejor dicho, para ninguno- pero yo no me he reído tanto en mi vida con un relato como con las desventuras de mi paisano, tan cercanas, cercanísimas, que me hubieran podido pasar a mi, que le pueden pasar a cualquiera que, con seguridad, con una u otra variante menor, le pasan a cientos de miles de personas.


Esa es la brillantez del escritor que, aún cuando no te mueva a la carcajada histérica en la tradición del mejor humor patrio, de Jardiel a Gila pasando por Mihura, siempre dirige tu mirada a los aspectos más feos y preocupantes -para quienes hayan estudiado Filosofía o similar, sean o no albaceteños- de nuestra sociedad actual. Concienciar divirtiendo, para quienes tengan las meninges necesarias para entenderlo.

Una sátira que siempre te hace cosquillas en la inteligencia y que casi congela esa placentera risa en un espasmo de terror al darte cuenta de que si, de que el mundo está así de jodido y no es cosa tuya, por que el también lo ha visto. 

Lo ha calado, y ha hecho de ello arte, no menos horrible ni arquetípico que el DUELO A GARROTAZOS de Goya.
   

Así, tras el placer de la lectura y la admiración por la combinación estilística de la vida de millonarios sibaritas y decadentes con la inmediatez salvaje de los tan de moda "quinquis" (que antes eran protagonistas de unas películas y ahora ya se nos antojan la única realidad que siempre ha existido y existirá en este país) nos abalanzaríamos impelidos por dicho horror a hacer lo que pudiésemos hacer, por poco que fuese, por cambiar ALGO en ese horrible mundo que el autor sentencia con sus sátiras.

¡Ah, pero recuerdan, licenciados en Filosofía...! Ya se ha encargado dicha sociedad de que todos los que pudiésemos querer hacer algo carezcamos totalmente de medios. 

Nos queda tan solo leer libros. Y hacer reseñas. ¡Aquí va esta!

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