Para alguien que, como yo, tiende más a la fantasía y a una creciente bibliofilia la incorporación de Armando Boix a la revista es un nuevo placer añadido.
Una nueva historia de investigador bibliófilo oculto Iván Muir reconstruye con tal sugestividad un libro imaginario de un autor de fantasía que ahora nos morimos por leerlo, aunque sea en la Biblioteca de Lucien...
Ambrose Bierce se deja caer por la revista por partida doble: como autor de un relato sobre un autómata y como protagonista de otro donde hace una aparición...¿post-morten?
Concluye el serial de otro de los habituales, Pallarés.
Vampiros, Dinosaurios, Borges, Sherlock Holmes, son algunos de los protagonistas que podemos encontrar en el resto del número.
Pero por más que disfrutemos de estas ficciones, no podemos negar que nos encantan los artículos teóricos, que nos abren siempre nuevos horizontes de lectura o al menos nos los resumen para degustar lo que nunca llegaremos a leer.
En este caso, el señor editor echa el resto con la primera parte de dos de un estudio que intenta poner coherencia a la línea temporal de las novelas de Johnny Garland, afamado escritor de Bolsilibros a cuyo lado Lope de Vega quedaría reducido a ser el "Periquito de los Ingenios", dado lo inabarcable de la obra del primero.
Superados ahora, avergüenza comparar nuestra distópica realidad con esos cohetes de baquelita, las urbes limpias con sus torres flotantes, las pistolas de rayos y toda la parafernalia que ahora ha quedado confinada al mundo del retro-futurismo.
Una pildorita con la clase de sueños que necesitamos AHORA MÁS QUE NUNCA.
Tómensela, como Neo, que esta viene recubierta de azúcar.
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