Más que un biopic sobre el personaje, la cinta nos muestra la relación entre el personaje y un cínico periodista que escribe para la revista Squire y a quien encargan entrevistarlo.
La entrevista, como dicen que solía ocurrir siempre, pronto cambia de sentido, y es el periodista el que acaba respondiendo las preguntas del increíblemente agradable Mr. Rogers sobre su conflictiva relación con su padre.
Encontramos pues la cinta un tanto previsible y noña, aunque no carente de emocionantes momentos.
La gracia está en que la historia se presenta como un episodio más de la serie que protagonizó el educador infantil.
Por más que este santo en vida resulte poco creíble -aún más hoy en día- e incluso sospechoso, no cabe duda de que la película si cumple la función de celebrar su legado -uno que ha marcado a varias generaciones de americanos- y mostrar que siempre es posible relacionarnos con los demás de maneras más positivas y agradables para todos.
Mr. Rogers -de quien les animo a investigar un poquito más- creía que todos éramos únicos y especiales, y a veces ayuda mucho que al menos alguien te lo recuerde.
Este psico-drama solo funciona para el protagonista pero constituye un magnífico ejemplo para todos los demás.
Don Pedro ¿Esta bromeando? hoy en día a cada momento se le dice a uno que es especial y único, tanto los profesores como los medios, de ahí la generación de cristal, lo digo como experiencia personal, lo viví y eso me hizo una persona mediocre y sensible, eso ha hecho que todos esos ignorantes de distintos países de occidente salgan a marchar creyéndose los héroes del universos denostando todo lo contrario a sus creencias.
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