Archivos Vola continúa rescatando textos fundamentales de nuestra tradición cultural, y además lo hace en ediciones particularmente curiosas, como esta UTOPÍA, en la traducción de Don Gerónimo Antonio de Medianilla y Porres (Córdoba, 1637).
Incluye la Vida de Tomás Moro, por Pedro de Ribadeneyra, en donde se detalla su enfrentamiento con Enrique VIII y como pasó de ser regente del reino a estar encarcelado y finalmente ejecutado al no plegarse a sus deseos de divorcio y su posterior fundación de la Iglesia Anglicana.
¡No es poca lección esa, observar como los poderosos pueden liquidarte de un plumazo desde las más altas cumbres a la más horrible condena, solo por un capricho sexual!
Además, el librito incluye un prólogo por el mismísimo Francisco de Quevedo, quien sufriendo a su manera los caprichos de los gobernantes de entonces, se declara admirador de un autor y una obra no menos idealista que nuestro poeta.
Moro usa su experiencia como gobernante para hacer con la imaginación lo que no ha podido hacer en la realidad: organizar una sociedad entera de manera RACIONAL.
Propone ya una jornada de seis horas en trabajos adecuados a los talentos de cada cual. Agricultores y artesanos son quienes sostienen la sociedad, que disfruta en amplios espacios comunes de la vida (comida, fiestas, ceremonias) en armoniosa comunidad.
Especialmente hilarante es el papel que reserva para lo que, para nosotros, son METALES PRECIOSOS: el oro y la plata se usan allí únicamente para fabricar orinales y cadenas para los pocos presos que surgen en tan perfecta sociedad. Así, cuestiona las mismas convenciones que sostienen, entonces y ahora, la economía.
Destaca igualmente el interés y la facilidad que los habitantes de Utopía tienen por el ESTUDIO, al que se dedican los más capaces, pero que es compartido en diferentes grados por toda la sociedad. No habla, claro de que allí exista el fútbol ni los demás pasatiempos que nos mantienen a nosotros ocupados e ignorantes en nuestro tiempo libre.
Por último, destacar que, a pesar de que -lógicamente, tratándose de un defensor a ultranza de la Iglesia de Roma- aunque parte de los habitantes de Utopía se convierten al Cristianismo cuando se les predica el Evangelio, otra parte no lo hace, y siguen adorando al Creador al que han llegado a conocer de manera natural, y al que llaman, sospechosamente, MITRA.
Los pocos individuos que buscan la intolerancia religiosa e iniciar enfrentamientos entre esas facciones acaban rápidamente con las cadenas de oro encima, evitando así las por entonces terribles guerras de religión, que aún ahora seguimos sufriendo bajo otras formas.
Un texto que debemos conocer ineludiblemente, en el momento presente más que nunca, para seguir SOÑANDO UN FUTURO MEJOR.
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